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ESTADOS UNIDOS ENTRE LA DEMOCRACIA Y LA OLIGARQUÍA.

Dos académicos de prestigiosas universidades estadounidenses publicaron una investigación en la que aseguran tener evidencia para afirmar que la democracia en su país va por mal camino, porque está cada vez más influida por una minoría pudiente.

Martin Gilens, de la Universidad de Princeton, y Benjamin, de la Universidad Northwestern, alegan que las élites económicas son las que con más frecuencia ven reflejada su voluntad en las políticas de la nación que tantas veces ha sido vista como referente mundial de la democracia.

"Si una oligarquía significa que unos pocos individuos muy ricos tienen la última palabra, entonces yo diría que EE.UU. no lo es... Pero dada la falta de influencia de los ciudadanos promedio sobre las políticas de gobierno, los individuos más ricos y las organizaciones, significan que EE.UU no es una democracia que funciona bie". Martin Gilens, coautor del estudio y profesor de la Universidad de Princeton.

"La fuerte tendencia hacia la desregulación del gobierno de EE.UU. desde 1970, adoptada en grados variables por los dos partidos políticos, es mucho más consistente con las preferencias e intereses de las élites y grupos económicos que con los ciudadanos comunes y corrientes", asegura Gilens en declaraciones a BBC Mundo.

"Un ejemplo son las respuestas de los gobiernos de los presidentes George W. Bush y Barack Obama frente a la Gran Recesión: las instituciones financieras pudieron en gran medida evadir responsabilidades, la regulación financiera fue débil mientras que la clase media y los pobres no han podido recuperar el terreno perdido a pesar de que las corporaciones lo han recuperado notoriamente", añade el investigador.

"Si una oligarquía significa que unos pocos individuos muy ricos tienen la última palabra, entonces yo diría que EE.UU. no lo es... Pero debido a la falta de influencia de los ciudadanos promedio sobre las políticas de gobierno, los individuos más ricos y las organizaciones, EE.UU. es una democracia que no funciona bien", agrega.

De acuerdo con el estudio, una política propuesta con poco apoyo entre la élite estadounidense es adoptada sólo cerca del 18% de las veces, pero una con alto apoyo de las élites son adoptadas un 45% de las veces.

Los gobiernos de Bush y Obama han favorecido más a las corporaciones que a
los ciudadanos en las crisis, aseguran sus críticos.

"El análisis de múltiples variables indica que las élites económicas y los grupos organizados que representan intereses comerciales tienen impactos sustanciales independientes en la política de gobierno de EE.UU., mientras que los ciudadanos comunes y grupos de interés de masas tienen poca o ninguna influencia independiente", explica el informe.

Martin Gilens es profesor de política de la Universidad de Princeton. Es investigador de opinión pública, medios de comunicación y su relación con la desigualdad y las políticas públicas.

Los dos profesores llegaron a esta conclusión después de analizar las respuestas de 1.779 preguntas formuladas en encuestas realizadas entre 1981 y 2002 sobre la generación de políticas públicas.

Las respuestas fueron segmentadas por niveles de ingresos y por la frecuencia con las que determinados grupos de ingresos y de intereses organizados vieron convertirse en ley sus propuestas.

El estudio de los académicos asegura que "cuando una mayoría de los ciudadanos no está de acuerdo con las élites y/o los grupos de intereses organizados, generalmente pierde. Esto debido al fuerte sesgo del status quo integrado al sistema político de EE.UU., aun cuando una extensa mayoría de los estadounidenses esté a favor del cambio político".

Gilens y Page concluyen que, aunque los estadounidenses disfrutan de muchas características centrales de la democracia, como elecciones regulares y libertad de expresión y asociación, en realidad la formulación de políticas está dominada por organizaciones empresariales de alto alcance y por un pequeño número de estadounidenses ricos.

La clase media ha perdido posición en la sociedad estadounidense.
Sin embargo, no todos comparten el tono alarmista que ha suscitado este estudio.
En una columna en el diario The New York Times, Scott Winship, investigador del Manhattan Institute -un centro de estudios de políticas en Nueva York- advierte que la investigación incluye un dato importante que no debe ser pasado por alto, más allá de cómo se toman las decisiones: que las preferencias sobre políticas son ampliamente compartidas entre los estadounidenses de altos ingresos y la clase media.

Es decir -destaca Winship- que sólo hay pocos desacuerdos entre ambos estamentos sociales.

Y añade que una de las posibles razones detrás de la impresión de que EE.UU. es dominado por una oligarquía es que los ciudadanos de los sectores pudientes registran una mayor participación electoral que la clase media.

Otros comentaristas han respaldado los argumentos de los académicos, asegurando que sí reflejan la dirección que está tomando la sociedad del país.
Robyn Pennacchia, de la publicación Death and Taxes, escribe que tal vez los estadounidenses deberían aceptar lo que ella llama su destino.


"Tal vez sea hora de admitir que tenemos una sociedad clasista y hacer como Reino Unido, donde existe una Cámara de los Lores y una Cámara de los Comunes, en vez de pretender que tenemos alguna suerte de igualdad de oportunidades aquí", asegura.

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