El libro “El poder de lo simple” muestra el camino que siguió su autor para
cancelar sus deudas, dejar de fumar, perder 18 kilos, practicar deporte,
triplicar sus ganancias sin trabajar más, escribir una novela y varios libros
de no ficción, madrugar más y tener tiempo para su familia.
Para conseguir todos esos objetivos, el autor se mudó con
su mujer y sus seis hijos de su natal Guam (EE. UU.), una pequeña isla del Pacífico, al área de San
Francisco, donde lleva una vida sencilla, construida sobre cinco claves:
enfocarse en un objetivo y concentrar toda su energía en lograrlo, crear
hábitos progresivamente, establecer límites realistas a los objetivos, sentir
la satisfacción de alcanzar metas y hacer menos pero lograr más.
"La
solución a todos nuestros problemas radica en limitar la cantidad de cosas que
consumimos y hacemos", afirma en su libro-guía, que se centra en los
conceptos teóricos para cambiar de vida y completa la explicación con consejos
prácticos. "Mi
objetivo es conseguir una vida más simple, en la que pueda lograr todo lo
deseado. He comprobado que, cuanto más la simplifico, cuando reduzco el
bullicio, disfruto más de lo que me gusta".
"Hace unos años estaba hasta el cuello de deudas,
tenía un horario laboral que casi no me permitía ver a mi familia y que me sometía a niveles altísimos
de estrés, tenía sobrepeso y un estado de salud malísimo". Para él,
la simplicidad consiste en
"identificar lo esencial y eliminar el resto". Se debe enfocar
en un objetivo y concentrar toda su energía para lograrlo.
Su
filosofía se resume en "los seis principios de la productividad
simplificada": establecer límites, elegir lo esencial, simplificar,
enfocarse, construir hábitos y empezar en pequeño.
Al establecer límites, se tiene que elegir lo esencial y,
por lo tanto, se aprende a hacerlo en todas las actividades de la vida.
"Al
elegir lo esencial, se genera un gran efecto con recursos mínimos, por lo que
escoger siempre lo esencial maximiza tu tiempo y tu energía".
Usted debe preguntarse qué áreas de la vida nos resultan más agobiantes y cuáles
nos gustaría simplificar, como premisa fundamental para establecer
nuestros límites, "ya
que no tener límites es como tratar de excavar una hectárea con una sola pala".
A su juicio, lo que no tiene límites es débil y, por tanto, si lo enfocamos,
incrementaremos nuestra fuerza. “Quien mucho abarca poco aprieta"
Nuestra concentración en una sola tarea esencial nos hace
más eficientes y por tanto deberíamos poner límites "a todas aquellas
cosas que sientas que te sobrecargan".
En ese sentido, aconseja marcarse pautas para consultar
el correo electrónico, hacer o recibir llamadas y emprender proyectos, así como
limitar la cantidad de tiempo en Internet o la de material sobre el escritorio.
Márquese
unas pautas
La
idea es que se vayan volviendo hábitos
Fíjese
unas pautas y pruebe durante una semana con ellas para ver si dan resultado.
Si no funcionan, hay que ajustarlas al nivel que crea conveniente y probar otra
semana, hasta llegar al nivel adecuado y convertirlas en hábitos.
"Después
de que hayas aprendido a establecer límites, aprenderás a aprovecharlos al
máximo, eligiendo lo esencial y simplificando".
La clave es concentrarse en la tarea que uno tiene entre
manos en vez de ejercer varias simultáneas.
Así se es más productivo y se entra en un estado de
"fluidez", que consiste en meterse de lleno en una tarea, olvidándose
del tiempo y del espacio, y disfrutando de ese momento.
Uno de los 'secretos' es iniciar los nuevos hábitos poco
a poco (en vez de intentar objetivos ambiciosos), ya sea empezar con un deporte, madrugar,
hacer dieta o ser ordenado
NOTA: EMPIECE POR UN CAJÓN Y NO POR TODA LA CASA.
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