¿Reaccionas
mal cuando las cosas no salen como tú quieres?, ¿Te pones agresivo cuando vives
algo como una injusticia? ¿Cuando te enfada mucho algo, te lo guardas y no
sabes expresarlo? ¿No puedes discutir porque pierdes los papeles?
Si te sientes o has sentido así alguna vez, es posible
que la ira tenga excesivo control sobre ti.
A
continuación tienes algunos consejos y técnicas para aprender a controlar la
ira.
La
ira es una emoción básica y universal.
Básica porque está al servicio de nuestra supervivencia; facilita las conductas de
defensa-ataque, nos
da energía y nos activa, y facilita la regulación de la interacción social.
Universal porque cualquier miembro sano de la especie experimenta ira.
Por lo tanto, enfadarse no
sólo es normal sino también necesario. Sin embargo, cuando la ira es
desproporcionada o demasiado frecuente en nuestras vidas, es cuando aparecen
los problemas.
No
todas las personas reaccionan igual ante las situaciones de conflicto. A
pesar de tener una raíz biológica, existen otros factores como los rasgos de personalidad y el entorno
sociocultural que actúan modulando los distintos aspectos del proceso emocional
de la ira.
¿Qué
hace que surja la ira?
Las
emociones están muy ligadas a nuestros pensamientos, una situación puede
ser “vivida” de formas muy diferentes en función de la persona.
Podríamos decir que existen dos grandes categorías de situaciones
desencadenantes de esta emoción:
1.
Situaciones Frustrantes
Cuando la consecución de nuestros objetivos se ve
interrumpida
Cuando se sobrepasan las normas sociales, se vulneran
nuestros derechos o nos tratan de una forma injusta.
Cuando no aparece la recompensa que esperamos tras
realizar una conducta.
2.
Situaciones Aversivas
Las
experiencias desagradables favorecen la emoción de ira facilitando la expresión
de conductas agresivas. El ejemplo más claro de ello es la experiencia
de dolor. Así, por ejemplo, cuando algo nos duele florece nuestro mal carácter.
Las personas
con problemas para controlar la ira suelen tener dificultades en sus relaciones
o problemas laborales como consecuencia de su comportamiento. Pueden tener también
hipertensión y no es raro que tengan problemas para dormir y dolor físico, como dolores musculares y
de espalda.
Por
eso es tan importante que además de experimentarla, aprendamos a controlar la
ira y saber cómo expresarla.
Consejos
para controlar la ira
Toma
conciencia. Haz una lista de conductas de ira y de las situaciones que
las provocan (antecedentes) para poder detectar precozmente la reacción antes
de que ésta aparezca. De esta manera conseguirás estar “alerta” ante tus
reacciones.
Detecta
reacciones. Así podrás actuar antes de que estas reacciones se apoderen
de ti: una respiración agitada, ceño fruncido, labios apretados, ojos muy
abiertos o muy cerrados, puños fuertemente cerrados, sudor de manos, aumento de
la tasa cardíaca… fíjate también en tus pensamientos agresivos y tus
sentimientos. Este punto se basa en la auto-observación y el reconocimiento.
Piensa
en posibles soluciones, siempre en positivo. Por ejemplo, si te molesta
que tus opiniones no sean tomadas en cuenta, hazlo saber, práctica la
asertividad.
Toma
distancia (time-out ó tiempo fuera) Identifica el motivo y si puedes
aléjate de la situación para poder pensar con claridad. Si no puedes alejarte
tómate unos segundos y respira profundamente. Si sientes que no puedes pensar
con claridad y que estás perdiendo el control deja la conversación para otro
momento. ¡Quizás así evites situaciones desagradables!
No
vuelvas al pasado. Céntrate en el momento presente, no respondas a
antiguas ofensas o a problemas que pueden ocurrir en el futuro, esto
distorsiona de forma tremenda nuestra capacidad de juicio.
Verifica
si la ira es adecuada. Para ello puedes hacerte preguntas como: ¿estoy
exagerando?, ¿en otro momento reaccionaría así?
Sé
consciente. No se puede tener todo bajo control.
Sé
realista. No todas las personas pueden comportarse como tú quieres. Ten
mucho cuidado con la interpretación que haces de los pensamientos de los demás,
no des nada por sentado, si tienes dudas, pregunta!
Mándate
mensajes positivos a ti mismo. “Mantén la calma”, “Estoy enfadado pero
puedo controlarlo”.
Prepárate
guiones de comportamiento. Un ejemplo podría ser un guión de
comportamiento ante un enfado con la pareja. El guión podría tener la siguiente
estructura.
Respiro
profundamente
Me disculpo por mi conducta
Expreso mi deseo de posponer la conversación
Voy a darme una ducha y reflexiono sobre lo sucedido.
Recurre
al humor para aliviar la tensión. Piensa en un chiste o imagínate a ti
mismo en una situación graciosa.
Realiza
acciones alternativas. Cuenta hasta 10 y no hables hasta haberte
calmado, recita el alfabeto al revés, piensa en otra cosa. En vez de romper
cosas o discutir date una ducha fría, golpea una almohada, haz ejercicio físico
durante media hora…
Busca
algo que hacer que te distraiga: limpiar, leer, o ver una película y
retoma el problema cuando estés más calmado.
Exprésate.
Habla con un amigo o un familiar, esto te permitirá reducir la frustración.
No
temas a la ira, es una emoción sana y natural, lo importante es que seas tú quien la maneje y no
ella a ti. Aprende a controlar la ira.
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