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MITOS Y REALIDADES VITAMINAS Y MINERALES EN EL EMBARAZO

Concebir un bebé representa el inicio de un nuevo proyecto y de toda una serie de cambios que se desencadenarán en tu cuerpo con un único objetivo: preparar el organismo para que el embrión pueda formarse, crecer y convertirse en un bebé sano. Y para esto es imprescindible una mejora de la dieta y del estilo de vida.

La importancia de la alimentación antes del embarazo, durante el mismo y en el periodo de lactancia es de vital importancia ya que el estado nutricional de la madre es un factor determinante para su salud y el correcto desarrollo del futuro bebé.

Durante este periodo las necesidades nutricionales de la madre se ven incrementadas hasta un 50% por la creación y desarrollo de tejidos, órganos y estructuras que darán lugar al futuro bebé. Al igual que durante el periodo de lactancia, en el cual la madre tiene que "fabricar" el sustento para que el bebé pueda alimentarse y crecer, lo que implica un aumento importante de la actividad metabólica, y por tanto un aumento generalizado de todos los nutrientes.

El hecho de que las necesidades nutricionales aumenten representa que la mujer embarazada debe aportar al organismo la energía necesaria a través de una dieta equilibrada, lo que no implica "tener que comer por dos" sino modificar la dieta aportando vitaminas y minerales que son de vital importancia para el funcionamiento del organismo. El cuerpo no puede fabricar estos nutrientes por si mismo y es necesaria una dieta equilibrada para conseguirlos.

La malnutrición materna, antes de la gestación, durante la misma, o en el periodo de lactancia, al igual que la obesidad, pueden comportar problemas importantes en el embarazo, pero incluso hoy en día, nos encontramos mujeres sanas con una alimentación abundante pero no equilibrada, lo que se traduce en una dieta deficitaria en determinados micronutrientes imprescindibles para el desarrollo fetal. Es por ello que sociedades científicas de prestigio internacional recomiendan la suplementación con folatos entre 1 y 3 meses antes de la gestación, durante el embarazo y en el periodo de lactancia.

De igual manera es importante que los hábitos alimenticios se modifiquen prestando especial atención a:

Proteínas: la necesidad adicional de proteínas se estima en 10 g diarios. Cantidad que se puede satisfacer con dos tazas de leche adicionales.

Grasas: deben aportar del 30% de las calorías totales. Es importante incluir ácidos grasos esenciales de la familia "Omega-6" presentes en aceites vegetales (girasol, sésamo, maíz o soja) y de la familia "Omega-3" que se encuentra fundamentalmente en alimentos como el pescado (salmón, atún, sardinas…), las almendras, las nueces y la calabaza. Estos ácidos grasos son fundamentales para el buen funcionamiento del sistema útero-placentario, la formación del sistema nervioso y la retina del feto durante el embarazo, y el desarrollo del niño durante la lactancia.

Hierro: las necesidades de hierro se duplican durante el embarazo y es prácticamente imposible cubrirlas con medidas dietéticas, lo cual lleva a la necesidad de utilizar suplementos de forma rutinaria. Las principales fuentes de hierro son las carnes, leguminosas, semillas, algunos vegetales, pan y cereales fortificados.

Calcio: las necesidades de calcio en el embarazo se estiman en 1.000 mg por día, cantidad difícil de cubrir con la dieta habitual. Durante el tercer trimestre se produce un importante traspaso de calcio materno al feto, que si no es obtenido de la dieta es movilizado desde el tejido óseo materno, lo que puede tener un efecto negativo en etapas posteriores de la vida de la mujer. El uso de alimentos fortificados y/o suplementos es una alternativa para mejorar el aporte de calcio al organismo. Las principales fuentes para este aporte son los productos lácteos (leche, queso, yogurt…).

Zinc: su déficit se ha asociado a un bajo peso al nacer y al parto prematuro. Las principales fuentes de zinc son mariscos, carnes, lácteos, huevos, cereales integrales y pescado.

Vitamina A: es uno de los pocos nutrientes cuyo requerimiento no aumenta respecto a mujeres adultas en edad fértil.

Folatos: quizás es uno de los nutrientes más importantes antes y durante el embarazo por su papel en el desarrollo de Sistema Nervioso Central. Su déficit está asociado a un aumento en la aparición de Defectos del Tubo Neural (DTN) y malformaciones congénitas. Es por ello que se recomienda tomar un suplemento adicional con 400 mcg de folatos entre 1 y 3 meses antes del embarazo y durante el primer trimestre. Su uso en altas dosis (4 mg/día) es especialmente importante en mujeres con antecedentes previos de hijos con DTN desde 6 a 8 semanas antes de la concepción hasta completar el primer trimestre del embarazo.

El folato más conocido es el ácido fólico, pero éste, al ser una provitamina no tiene ninguna actividad y es en el organismo donde se trasforma en la vitamina biológicamente activa, el 5-Metiltetrahidrofolato.


El organismo no puede sintetizar dicha vitamina y debe ser aportada a través de la alimentación (hígado, leguminosas, espinacas, espárragos verdes, acelgas, col…), y si es necesario con la ayuda de complementos

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