Los
niños son alabados y premiados por sus padres y otros familiares sin cesar y
sin merecerlo.
Los
adultos piensan que así los niños van a desarrollar una muy buena autoestima y
que, por lo tanto, serán más felices. Los elogios de hoy en día son: "Cómo
eres de inteligente", "¡qué gran talento el tuyo!", etc. Siempre
dirigidos a quiénes son ellos, pero no a lo que ellos hacen bien.
En estudios recientes se han comprobado dos
hipótesis interesantes. Primero,
que el niño al que se le dice constantemente lo brillante o capaz que es, se
paraliza y no vuelve a tomar riesgos, pues teme perder su puesto de brillantez
intelectual. Lo correcto es reconocer lo que el niño haga bien y así irá
progresando, se arriesgará más y llegará más lejos que su compañero rotulado
como inteligente. Los niños a los cuales se les elogia y reconoce sus esfuerzos
tienen mejor autoestima y están altamente motivados hacia el éxito.
La
segunda conclusión es que los niños elogiados en exceso se volvían totalmente
dependientes, casi adictos, de esta aprobación. Su
desempeño siempre iba orientado a recibir un reconocimiento externo y no el
propio. Por el contrario, los niños a los cuales se les reconoció su esfuerzo
de manera honesta y merecida lograron mejores resultados escolares y una mejor
automotivación.
Adicionalmente, una investigación de la U. de
Stanford sugiere que los
niños elogiados en exceso sufren del mal de "mantener una imagen".
La profesora Dweck, de Stanford, dice que estos menores no reconocen el error
como una oportunidad para aprender, sino como un fracaso.
¿Qué
hacer entonces? Aprender a reconocer los logros de manera específica: "Qué
bien que hiciste este rompecabezas", en lugar de "tú eres muy
hábil". Siempre hay que referirse a la conducta de
esfuerzo o perseverancia, no solo al resultado.
Es clave para los niños siempre decirles la
verdad. Alábelo cuando verdaderamente se haya esforzado y no cuando el niño
haga un esfuerzo mediocre o pobre. Así el niño va a creer en lo que usted diga
sobre él o ella.
No
caiga en la trampa de elogiarlo demasiado. No olvide que lo que más necesita el
niño para una buena autoestima es que se le valoren sus esfuerzos. Esto lo
ayudará a motivarse y a tratar de hacer las cosas cada vez mejor.
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