Piensa
siempre, de forma positiva. Cada vez que un pensamiento negativo viene a tu
cabeza, cámbialo por otro! Para eso, es preciso mucha disciplina mental. No la
adquirirás del día para la noche.
Así como un atleta debes entrenarte mucho... No te quejes.
Cuando reclamas, tal cual un imán, atraes hacia tí toda la carga negativa de
tus propias palabras. La mayoría de las cosas que andan mal, comenzaron a
materializarse cuando nos lamentamos. No dejes que interferencias externas se
acumulen a tu vida diaria. Líbrate de rumores, comentarios maliciosos y gente
deprimida.
Eso es
contagioso... Sé intuitivo! Sintoniza con gente positiva y de alto astral. No
te enojes con facilidad y no des importancia a pequeñas cosas. Cuando
nos irritamos, envenenamos nuestro cuerpo y nuestra mente. Procura convivir con
serenidad y cuando tengas ganas de explotar, cuenta hasta diez.
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