Pides cita con el médico lo apuntas en
la agenda y llegado el día no acudes, te apuntas al gimnasio y lo único que
practicas es el “ya iré mañana”– quieres reorganizar tu alimentación, armarte
un plan y lo dejas para mañana, te apuntas a actividades sociales en la ciudad
y a último momento no acudes, tienes un examen y un trabajo práctico que
entregar disponiendo de todo un semestre y decides quedarte sin dormir el día
anterior y entregarlo en el último instante.
Cuantos
han escuchado decir.- “a mí lo que me funciona bien es el límite / estar bajo
presión.”- “Mañana lo termino”, “mañana lo hago” “mañana lo decido”. Cuando se
elige rígida y sistemáticamente evitar actividades de cualquier grado de importancia en forma
innecesaria, se vuelve una condición difícil de cambiar.
Procrastinación, es el acto de posponer
o evitar completar alguna actividad, tarea o situación enfocándose en otra de
menor importancia.
Dilatar la solución de problemas
personales
como ser postergar el abandono del tabaco, dejar el cuidado de la alimentación
para otro momento, no terminar una relación amorosa dañina, evitar un cambio de
trabajo para posicionarse en uno mejor, es decir, no se buscan cursos de
perfeccionamiento o no adquirir nuevos desafíos pueden ser algunas de las
situaciones que afectan directamente el auto-desarrollo de la persona.
¿Pero qué nos pasa cuando lo que en
verdad posponemos son nuestros verdaderos deseos? A menudo en las sesiones de coaching
nuestros clientes consiguen descubrir de que manera vienen postergando su
posibilidad de disfrute y lo hacen con distintas excusas del estilo de: cuando
me mude entonces voy a estar mejor, cuando tenga pareja entonces saldré más a
disfrutar del fin de semana o cuando encuentre un trabajo entonces sí podré ser
más feliz.
Como todos sabemos la perfección no
existe y en los casos que conseguimos llegar a nuestros objetivos, muchas
veces, las situaciones no son a imagen y semejanza de cómo lo soñábamos. Esta desilusión se
transforma en un nuevo bucle que se retroalimenta fijándonos nuevos retos y
objetivos esperando que esta vez sí obtendré la felicidad tan deseada. Sabemos
que no podemos cambiar lo que pasó allá lejos en el pasado y que el futuro está
demasiado lejos por lo que sólo tenemos este camino que se llama presente. Y
solo aquí y ahora es posible empezar a disfrutar de nuestros pequeños pasos.
¿Qué se esconde detrás de posponer
siempre las cosas?
• Miedo al fracaso: Para muchas personas
el sentimiento de inseguridad puede ser paralizante hasta tal punto, que
prefieren casi evitar la tarea antes de equivocarse.
• Falsa seguridad: Creer que se funciona
mucho mejor bajo presión sin tomar en cuenta como aumentan los niveles de
estrés y tensión tanto en la persona como en su entorno
• Perfeccionismo: La tarea pendiente
ocupa un espacio y una energía en mi mente, mientras transcurre el tiempo hasta
que concluye la tarea, la persona, busca todas las formas posibles de llegar a
la perfección y en muchísimos casos por el temor a que no quede perfecta se
deja de hacer o se hace de la forma menos esperable.
• Desorganización: Una errónea gestión
del tiempo hace que muchas personas dejen todo para mañana consiguiendo muchas
veces un aumento de la frustración y el fracaso en algunos resultados.
Algunos consejos prácticos
Cambia tu contexto. Haz de tu escritorio
o lugar de trabajo un sitio agradable, cambia algunas cosas de lugar o incluso
cambia el sitio habitual donde trabajas. De igual manera ayuda el mantener
limpia el área en la que vayas a trabajar. Crea un pequeño ritual, como
encenderte una vela, regar una planta, prender un incienso. De esta forma
puedes mantenerte enfocado y terminar cualquier tarea o proyecto.
Elige una buena agenda. Organizar una agenda.
Visualizar las cosas que tienes que hacer, ponerles días horas y fechas de
entrega te ayudará a completarlas. También ordenarlas de acuerdo a su
importancia te facilitará la mejor distribución de tú tiempo. Separa lo urgente
de lo prioritario.
No busques ser perfecto. La perfección no
existe, sin embargo, revisar y mejorar lo que sea que estés haciendo es uno de
los secretos del éxito, pero postergarlo por seguir “mejorándolo” no te llevará
a nada más que a sentirte frustrado, puesto que siempre encontraremos errores a
nuestro trabajo.
Comparte lo que haces y pide opinión a
los demás.
Compartir siempre que se pueda nuestro trabajo, pedir opinión y perder el miedo
a que nos den otros puntos de vista es una de las claves para realizar tareas
eficientes. Recuerda que las críticas constructivas te ayudarán a concretar con
éxito tu tarea y te enseñará a sociabilizarte con los demás desde el respeto y
la confianza.
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