Helen Robson Walton murió a los 87 años de edad y dejó un testamento destinado a
la filantropía. Ella
pertenecía a una de las familias más rica de Estados Unidos y una de las más caritativas.
Helen y su último esposo Sam, fueron los
fundadores de los supermercados Wal-Mart, siempre estuvieron
interesados en hacer grandes donaciones.
Cuando Sam murió en 1992, la mayoría de su dinero pasó a
manos de Helen. Y ella
aumentó el número de donaciones.
Helen poseía cerca de US$ 37 millones en acciones directas
de Wal-Mart. La verdadera fortuna de la familia está en una compañía llamada
Walton Enterprises, que posee cerca de 1,68 mil millones de acciones de
Wal-Mart (US$ 82 mil millones).
Helen murió siendo una
multimillonaria, y si su testamento decía que toda su fortuna debería ser
destinada a la Fundación de la Familia Walton, esta se convertiría en una de
las tres mayores fundaciones de Estados Unidos.
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