Es cierto
que en la vida podemos haber cometido errores, llevado a cabo acciones que no
nos enorgullecen o tomado decisiones que en balance no han resultado en nuestro
beneficio o en el de las personas involucradas. Esto es
normal, a través de nuestras experiencias evolucionamos, crecemos, aprendemos y
obtenemos el conocimiento necesario para poder hacer las cosas de forma
diferente en un futuro, aunque
pensamos que ya no tenemos la oportunidad de aplicar esa experiencia adquirida
por la vía menos cómoda.
Lo importante en todo caso es no convertirnos en
unos verdugos de nuestra propia existencia, no torturarnos por las cosas que consideramos pudimos
haber hecho de otra manera, no culparnos por una realidad que nos toca
vivir como consecuencia alguna decisión.
Es
imprescindible ser nuestro mayor apoyo, reforzarnos y reafirmarnos las veces
que sean necesarias con tal de no convertirnos en nuestros peores enemigos y no hacer de nuestro presente algo totalmente desagradable por
nuestras experiencias pasadas.
Entendamos
que todo en la vida cambia, aceptemos algo aún más complicado: “lo que sucede
es la única cosa que podía haber sucedido”, esto es un
principio espiritual que podemos utilizar como un recurso, no para lavarnos las
manos, sino para entender que todo lo que nos ocurre es por algo, no es creer que nuestro destino
está escrito, lo contrario, todo lo que vamos haciendo nos lleva a
especificas lecciones de vida y nuestra preparación para el momento determinará
hacia dónde vamos.
Es
importante tomar la lección de todo lo que vivimos, desde la aceptación, no
desde la culpa, no desde el remordimiento, no desde la rabia o la resignación. Aprender y aceptar las consecuencias de nuestros actos, con fe siempre
en que hicimos lo mejor que pudimos con los recursos y el conocimiento que
teníamos para el momento.
Cuando me
siento culpable por los errores del pasado, o cuando me invade la ansiedad por
la incertidumbre del futuro, ceso de vivir en el presente. Es entonces
cuando surge el dolor. Es entonces cuando enfermo y me siento infeliz.
Errar es de
humanos, caerse es casi es una regla de vida, pero todo
eso no debemos pasarlo en vano, es necesario de la forma más respetuosa y
amorosa con nosotros mismos, abrirnos caminos a nuevas oportunidades y tener fe en que no cometeremos
los mismos errores a futuro, asegurarnos de haber aprendido lo necesario
para evitar vivirlo nuevamente y sobre todo perdonarnos, como perdonaríamos a
la persona que amamos de forma incondicional, que es la única forma como
deberíamos amarnos. Para
muchas personas este tipo de amor se compara solo con la forma en la cual una
madre ama a un hijo.
Piensa en
todas las cosas que has hecho bien, piensa en todo lo que podrás hacer de ahora
en adelante por ti y por los tuyos, no importa qué edad
tengas, cuánto tiempo hayas pasado torturándote, siempre estarás a tiempo de
centrarte en el presente, de vivir la vida sin cargas emocionales del pasado. Conócete a ti mismo, mira todas
tus capacidades, mira lo que te queda por vivir y hazlo de la mejor manera
posible.
Nunca es
tarde para convertirnos en el amor de nuestras vidas.
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