De
los dulces se pueden decir bastantes cosas buenas. En general, están
riquísimos. Bajo esa denominación extremadamente genérica (“los dulces”) cabe
una cantidad casi inabarcable de productos, casi todos maravillosos tanto gustativa
como estéticamente: del clásico pastel y
las galletas a una ración de tarta o un donut de chocolate, cada variedad tiene
su público.
Los postres alegran. Representan, además, y puesto que
los dulces no crecen en los árboles, la culminación culinaria del ser humano
como animal creativo: con un poco de harina, azúcar, mantequilla y alguna cosa
más se hacen verdaderas obras de arte.
Pero
los dulces también gozan de cierta mala fama. Los amantes de la comida
sana tampoco ven con buenos ojos su consumo desmedido, y en este caso no les
falta razón. Una ingesta
excesiva de azúcar puede ir asociado a problemas de obesidad y enfermedades
cardiovasculares, según la OMS.
Cuando
comemos una comida rica en hidratos de carbono (pasta, arroz, pan, helados, bollería,
pasteles, etc.), el cuerpo responde digiriendo y transportando estos azúcares
por la sangre. Puesto que unos elevados niveles de azúcar sanguíneo son
perjudiciales para el organismo, se activa el ciclo de la insulina pancreática para reducirlos. Por
este motivo, se puede llegar a producir una drástica bajada de azúcar en sangre
que al final es la responsable fisiológica, junto a otros factores
psicológicos, de ese ataque que en ocasiones hacemos hacia los dulces”.
Estos
son unos sencillos trucos para superar su dependencia.
Engañe
a su cerebro. Tenga siempre a mano alimentos que le puedan sacar del
apuro en los momentos de crisis y le den gato por liebre a su mente sin alterar
su glucemia. “Son un buen recurso los caramelos de sabores sin azúcar, los refrescos light o el
chocolate de al menos 70 % de cacao”.
Evite
hacer la compra en el supermercado cuando tiene hambre. Está demostrado
que bajar al súper con apetito implica llenar el carro de todo aquello que le
entra por los ojos, incluidos chocolates, bollos y es posible que hasta
milhojas.
Confeccione una lista y diga no a las improvisaciones.
“Sin los citados manjares en casa, las probabilidades de picar son mucho
menores”
Elabore
recetas caseras con “trampa”. ¿Se muere por un buen bizcocho? Pues
métase en la cocina y prepáreselo usted mismo. “Basta con sustituir los
ingredientes más ricos en azúcares por otros con ausencia o reducción
importante de los mismos”, precisa la nutricionista. Los edulcorantes y
variedades de alimentos sin azúcar (galletas, mermelada…) serán sus grandes
aliados.
Manténgase
ocupado y activo. Si nuestra ansia de azúcar nos llega mientras estamos
atareados en algo, nos será más sencillo obviarla. En este sentido, la
especialista recomienda la actividad física: “Preferiblemente de carácter
aeróbico, es decir, de media/larga duración y baja/media intensidad, ya que
favorecerá la activación de vías energéticas lipolíticas (grasas) de manera que
ayudará igualmente a no alterar excesivamente los valores de azúcar en sangre.
Algo que sí pasaría después de una sesión corta y extenuante”, explica.
Hablamos
siempre de una dependencia en el sentido figurado, porque no existen estudios
que avalen que el azúcar sea adictivo. Si no seguimos una dieta equilibrada que
contenga un 50 % de hidratos de carbono, puede que nuestro cuerpo sí que sufra
disminución de azúcar en sangre y que se traslade con síntomas como hambre por
comer cosas más dulces. Así, por tanto, no conviene abusar de los
hidratos, pero ni mucho menos descartarlos. Hay dietas hipocalóricas en las que
casi no existen los hidratos de carbono del tipo de los cereales, pan, pasta,
arroz y legumbres, pero si se siguen durante mucho tiempo, pueden desencadenar
en una ansiedad por alimentos dulces que se absorben más rápidamente". Hay situaciones especiales, como
la menstruación, donde los cambios hormonales provocan en la mujer más ganas de
comer dulce. "Pero no lo pide el cerebro directamente", matiza
la experta: "El dulce
es agradable para el paladar humano, y una manera de paliar situaciones
de estrés o desánimo, por el placer que genera".
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