Cuando estás por tierra, sin alientos y con las
esperanzas rotas, crees que la vida no tiene sentido.
En esas épocas turbulentas, apresado en la ciénaga del dolor, es cuando más necesitas confiar en Mi, aunque te cueste.
Yo nunca te dejo a merced del mal y estoy allí en ese desierto, aunque no me sientas y maldigas.
Tienes que pasar por esas pruebas porque sólo en la adversidad te conoces y calibras la hondura de tu fe y tu amor.
Si te serenas verás que el dolor y la angustia brotan de tu mente y tus reacciones, no de la realidad.
Todo es más llevadero si miras a tu alrededor y ves a otros superando penas más horribles y creciendo con ellas.
Claro que no es fácil, pero tú también puedes, y la verdad es que nunca te llega nada que no puedas soportar.
En esas épocas turbulentas, apresado en la ciénaga del dolor, es cuando más necesitas confiar en Mi, aunque te cueste.
Yo nunca te dejo a merced del mal y estoy allí en ese desierto, aunque no me sientas y maldigas.
Tienes que pasar por esas pruebas porque sólo en la adversidad te conoces y calibras la hondura de tu fe y tu amor.
Si te serenas verás que el dolor y la angustia brotan de tu mente y tus reacciones, no de la realidad.
Todo es más llevadero si miras a tu alrededor y ves a otros superando penas más horribles y creciendo con ellas.
Claro que no es fácil, pero tú también puedes, y la verdad es que nunca te llega nada que no puedas soportar.
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