Hay
personas con una gran imaginación: imaginan que todo lo que hacen está bien
hecho. Todo crítico u opositor está equivocado, es un enemigo, un antipatriota,
o un delincuente.
Por eso el ego, que es el yo soberbio, es el causante de tantos estragos y conflictos inútiles. El ego siempre está convencido que tiene la razón, no sólo un pedacito de ella. Y ante esa premisa, sólo cabe una conclusión sin atenuantes: Todos los demás están equivocados.
Los sabios aseguran que muchas personas son infelices porque la soberbia les impide ubicarse en el justo medio. No practican la 'ecuación sagrada' que consiste en saber dar y saber recibir. Algo complicado para el egoísta que sólo quiere recibir y el masoquista que únicamente vive para dar.
Darse y dar es tan importante como recibir, pero tambien se debe valorar por igual la crítica y el elogio, lo material y lo espiritual, lo exterior y lo interior, la razón y el corazón para disfrutar una vida en armonía.
Para lograrlo los budistas aprecian mucho la práctica meditativa tonglen que en tibetano significa enviar (tong) y recibir (glen). Es un ejercicio de transformación espiritual que te aquieta y te armoniza con los demás y el universo.
Consiste en acompasar tu respiración con el deseo de asumir lo negativo e irradiar lo positivo. Sientes que inhalas hacia tu corazón todo el dolor, tristeza y sufrimiento de tu entorno. Te suena extraño, pero así creces en compasión y abres tu corazón y tu mente a todo lo que sientes.
Luego exhalas alivio para el dolor, alegría, paz, bondad, amor, y deseas que todos los seres vivos estén bien. Al inicio puedes sentir molestia o incomodidad, pero con la práctica esas sensaciones se esfuman y sientes paz.
Persevera y tomarás consciencia de que no hay que cambiar el mundo sino tu percepción de él, tu mente y tu corazón. El sendero correcto es de humildad y amor sin estar hipnotizados por lo aparente.
Por eso el ego, que es el yo soberbio, es el causante de tantos estragos y conflictos inútiles. El ego siempre está convencido que tiene la razón, no sólo un pedacito de ella. Y ante esa premisa, sólo cabe una conclusión sin atenuantes: Todos los demás están equivocados.
Los sabios aseguran que muchas personas son infelices porque la soberbia les impide ubicarse en el justo medio. No practican la 'ecuación sagrada' que consiste en saber dar y saber recibir. Algo complicado para el egoísta que sólo quiere recibir y el masoquista que únicamente vive para dar.
Darse y dar es tan importante como recibir, pero tambien se debe valorar por igual la crítica y el elogio, lo material y lo espiritual, lo exterior y lo interior, la razón y el corazón para disfrutar una vida en armonía.
Para lograrlo los budistas aprecian mucho la práctica meditativa tonglen que en tibetano significa enviar (tong) y recibir (glen). Es un ejercicio de transformación espiritual que te aquieta y te armoniza con los demás y el universo.
Consiste en acompasar tu respiración con el deseo de asumir lo negativo e irradiar lo positivo. Sientes que inhalas hacia tu corazón todo el dolor, tristeza y sufrimiento de tu entorno. Te suena extraño, pero así creces en compasión y abres tu corazón y tu mente a todo lo que sientes.
Luego exhalas alivio para el dolor, alegría, paz, bondad, amor, y deseas que todos los seres vivos estén bien. Al inicio puedes sentir molestia o incomodidad, pero con la práctica esas sensaciones se esfuman y sientes paz.
Persevera y tomarás consciencia de que no hay que cambiar el mundo sino tu percepción de él, tu mente y tu corazón. El sendero correcto es de humildad y amor sin estar hipnotizados por lo aparente.
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