Al físico alemán Wilhelm Roentgen le debemos el hallazgo de los útiles
Rayos X en 1896.
Gracias Dios por tantos
inventos.
Los descubrió cuando investigaba con unos tubos y una bobina sobre la
fluorescencia violeta que producían los rayos catódicos.
En sus pruebas cubrió un tubo con una placa de cartón negro
con el objetivo de reducir la presencia de luz.
Vio que había un pequeño destello de una pantalla con una capa
de platino-cianuro de bario.
Observó que desaparecía al apagar el tubo y que
esos rayos producían una radiación visible.
Esa radiación era capaz de penetrar papel de gran espesor e,
incluso, placas de metal.
Decidió emplear placas fotográficas con el objetivo de demostrar el
impacto de los rayos X sobre objetos.
Lo aplicó a un ser humano -la mano de su esposa- y esa fue la primera
radiografía: las falanges y el anillo de bodas.
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