Se
estima que 6 de cada 10 españoles tienen una contractura muscular. Y son tan
molestas que tendemos a abusar de los fármacos para eliminarlas. ¿Es tu caso?
Aprende a plantarles cara de otra forma.
¿Por qué se
produce una contractura?
“Una
contractura, también llamada punto gatillo miofascial, es una disfunción
muscular, por la cual un músculo, que debería estar relajado, permanece en
cierto estado de contracción de forma continua estando en reposo”, dice
el fisioterapeuta experto en contracturas.
¿Cómo
puedes saber si tienes una?
Al palpar la zona se percibe un pequeño nódulo o punto
muy doloroso que “en ocasiones, al presionarse, produce dolor no
sólo en esa área, sino también a distancia. No obstante, el peligro está
en que muchas veces tenemos una contractura pero no la percibimos. Y es que pueden ser de dos
tipos: las latentes, que no duelen pero generan tensión muscular, y las
activas, que sí producen dolor”.
¿Qué ocurre?
“Que
es bastante frecuente que las latentes permanezcan en cierto equilibrio y no
duelan, pero que tras determinados factores de activación empiecen a molestar:
realizar una actividad muy intensa, repetir movimientos o mantener posturas”.
Además, el estrés puede desencadenarlas. “La ansiedad aumenta el tono muscular basal y, por
lo tanto, predispone a su formación. También las alteraciones del sueño o el
enfriamiento brusco del músculo”.
¿Dónde pueden aparecer?
Aunque en teoría las contracturas musculares pueden
aparecer en cualquier músculo, la realidad es que hay zonas donde son muy frecuentes. “Sobre todo,
la columna vertebral, ya sea la zona cervical, dorsal o lumbar, pero influye
mucho la actividad laboral o deportiva que se realice”. A veces son tan
molestas que buscamos remedios exprés.
¿Cuáles?
Fármacos
antiinflamatorios como el ibuprofeno, si se trata de una contractura
moderada, del que a veces abusamos con su consecuente repercusión sobre la
salud (sobre todo, problemas gástricos que van desde diarrea y náuseas hasta
úlceras duodenales o gástricas).
¿Podemos
aliviar las contracturas de forma natural?
Por supuesto. Toma nota de estos consejos.
Aplícate
calor
“Generalmente, cuando hablamos de una contractura
muscular se recomienda aplicar calor, concretamente calor húmedo, ya que el
frío se suele reservar para aquellos procesos que cursan con inflamación real
de los tejidos, como podría ser una tendinitis, por ejemplo”.
Baño
con sales de Epsom
Provenientes de Inglaterra, estas sales -compuestas de magnesio y sulfatos-
contribuyen al buen estado de la musculatura, ya que tienen propiedades
antiinflamatorias.
¿Cómo debes utilizarlas?
Agrega
250 g de ellas a un baño de agua caliente junto con aceites relajantes como
mejorana, romero y lavanda.
Legumbres
y frutos secos
“Hay muchos estudios que han relacionado una mayor
tendencia a sufrir contracturas por la ausencia de determinados nutrientes, más
concretamente vitaminas del grupo B”, explica el fisioterapeuta. ¿El motivo?
Entre otros, tienen cualidades analgésicas y relajan los músculos (la carencia de vitaminas B1 y B3
se relaciona con la aparición de calambres musculares, según la Clínica Mayo).
¿Dónde encuentras estas vitaminas?
“En
los vegetales de hoja verde y en las frutas”. Y también en los cereales
integrales, las legumbres y los frutos secos, ricos en minerales que previenen
el dolor muscular. Toma 3-4 raciones de legumbres a la semana (son buenas
proteínas vegetales) y disfruta de los frutos secos como tentempiés para
remineralizarte y tener energía (toma un puñadito de 4-5 unidades).
Plantas
medicinales
Las puedes encontrar en comprimidos, extractos o en crema (son igual de efectivas;
siempre consulta la dosis con un fitoterapeuta). ¿Las más usadas? Árnica (suele utilizarse
en forma de gel; al extenderse sobre la parte dolorida tiene efecto calor y
calmante); ulmaria
(antiinflamatoria y antirreumática; úsala en infusión o tintura); romero (estimula la
circulación y proporciona sensación de calidez y comodidad en los músculos y
articulaciones doloridas); cardo
mariano (depura el hígado, órgano en el que se reflejan los músculos
según la medicina china; los hipertensos deben evitarla, ya que sube la
tensión); harpagofito (los principios activos de su raíz son capaces de inhibir
la producción de diversas citoquinas -proteínas- que intervienen en la
inflamación).
Aromaterapia
Los aceites esenciales son grandes aliados para disminuir
el dolor muscular. ¿Cuáles? “Alcanfor,
romero, tomillo, lavanda..., todos rebajan la tensión”, dice la
fitoterapeuta. Se pueden usar aplicando directamente unas gotas sobre la zona o
bien en el baño.
Magnesio
Entre
los minerales que influyen (potasio, calcio, fósforo...), el magnesio es el más
importante, ya que forma parte estructural de los huesos y los músculos.
El cuerpo lo necesita no sólo para producir energía, sino también para la
contracción y la relajación muscular. ¿Alimentos ricos en este mineral? Arroz integral, semillas de
lino, semillas de calabaza, cacao en polvo sin azúcar (puro), nueces de
Brasil...
Homeopatía
Libre de los efectos secundarios de los fármacos, puede
serte muy útil. Toma nota (consulta siempre con un homeópata): rhus
toxicodendro, para dolores que se alivian con el movimiento; bryonia, para los
que empeoran con él y para la tortícolis; lycopodium, para la hinchazón y
rigidez de un lado del cuello; árnica, para dolor por esfuerzo excesivo o
prolongado; dulcamara, para cuando aparece por exposción al frío o a la
humedad; ammonium, para cuando surge al dormir.
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