Los
pensamientos y actitudes que cultivemos en los primeros minutos son decisivos
para afrontar el “aquí y hoy” con energía, ánimo y buen humor. Repetirse
unos mensajes positivos, poner un título a cada jornada que vivimos y llevar
una agenda emocional, son algunas claves para vivir un gran día.
¿Salta de la cama cuando suena el despertador, se bebe un
café sin siquiera sentarse, se viste a toda prisa y sale disparado a la calle
rumbo al trabajo u otras ocupaciones? Probablemente el estrés se ha instalado en su vida, y en
su forma de despertar y tomar la primera comida del día, lo cual no es bueno
para su salud, nivel de energía ni equilibrio psicológico.
“La buena noticia es que siempre estamos a tiempo de
aprender a levantarnos con el pie derecho, a sentirnos un poco renacidos cada
mañana y a empezar bien la jornada para que sea plena, fructífera y exitosa.
Sólo es cuestión de práctica y constancia”, señala una terapeuta psicocorporal.
“Poner
el despertador con el tiempo mínimo para asearnos, concedernos un amago de
desayuno y poco más, quizá nos permita dormir unos deliciosos minutos extra,
pero comenzar el día con el tiempo justo y el consiguiente apresuramiento tiene
efectos secundarios en forma de estrés”.
Debido a las prisas de primera hora puede ocurrir que a
lo largo de la jornada las situaciones nos crispen con facilidad y percibamos
una presión y tensión continuas. Con el cuerpo y la mente en esas condiciones lo más probable es que las
cosas se tuerzan con más frecuencia de lo que quisiéramos y que no
comprendamos a qué se deben los tropiezos.
El primer paso para comenzar bien el día consiste en comprometerse con
ello, anotando en la agenda personal algo así como “a primera hora de la
mañana, antes de cualquier otra actividad, tengo una reunión conmigo mismo para
enfocar la jornada de forma positiva y creativa”.
La
siguiente medida para cumplir ese compromiso con nosotros mismos, consistente
en poner cada noche el reloj despertador para que nos deje un lapso de quince
minutos a media hora a la mañana siguiente, abre la puerta al tercer paso clave
para comenzar bien la jornada: desayunar bien.
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