Dios mío ayúdame a tomar conciencia de
mi inconsciencia. Que sepa aquietarme y trabaje más en mi interior.
Mi paz depende de no aferrarme a nada, ser libre en el amor y feliz
en el servicio desinteresado.
En esta
vida material las riquezas no son malas, pero casi siempre nos atrapan y nos
alejan de la luz.
Yo sé
que el secreto consiste en ser feliz con o sin las posesiones, pero una cosa es
saber y otra practicar.
Por eso háblame una y otra vez hasta
que yo te escuche y decida poseer sin ser poseído y aprenda a ser más y
necesitar menos.
“Cada
vez deseo más poco y lo poco que deseo lo deseo poco”, decía San Francisco de
Asís, y su vida me conmueve y me inspira.
Un día él tuvo un despertar de
consciencia y eligió dejarlo todo y se entregó sin reticencias al amor.
En
otras palabras, se entregó a ti así como quiero entregarme yo: vivir sólo para
amarte en aquellos que más me necesitan.
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