Desde niños hacemos lo que
sea para llamar la atención de los padres y vencer su indiferencia:
Ser el mejor o el payaso del salón, enfermarnos, ser graciosos,
deprimirnos o aislarnos.
Ya de grandes repetimos esos roles una y otra vez, casi siempre de
un modo inconsciente.
En este sentido es sabio
examinarse y reconocer en cuál de estos papeles actuamos día tras día.
Podemos actuar como: imitadores, víctimas, perseguidores,
salvadores o espectadores.
Saberlo es clave para poder cambiar y reprogramar la vida, en
lugar de repetirse sin remedio.
Es fácil que hagas de
salvador y de ingenuo imitando a tu mamá o porque así te ganabas su cariño.
Deja las máscaras y podrás
vivir de una mejor manera. Animo, atrévete a asumir un nuevo rol y deja atrás
un pasado asfixiante.
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