Amado Dios Madre-Padre-Amigo-Amor-Paz-Luz.
Todas las palabras bellas se quedan cortas
para hablar de ti.
De pequeño me enseñaron a rezar y fue bueno, aunque aprendí más a
implorar que a agradecer, alabar y aceptar.
Hoy busco que mi relación contigo sea de amor constante
y de sentir tu presencia a lo largo del día.
Me gusta seguir la huella de los grandes
místicos ya que ellos siempre te vieron y te trataron como su amado.
Comparto con otros el anhelo de sentirte en un ratito de luz, en los colores del ocaso o en la sinfonía del viento y el agua.
Qué placer verte en la sonrisa de los niños, en el
amor de las parejas o en el regalo de los amigos.
Es especial saber que en lo que se llama
“malo” hay aprendizajes
arduos que enseñan mucho y conviene agradecer.
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