Ama sin condiciones, aunque no seas
retribuido; porque el único amor que puedes sentir es el que está dentro de ti.
Deja de
enfocarte en ser querido y enfócate en querer y en servir. Repite con San
Francisco de Asís:
“Señor, que yo no busque tanto ser comprendido, como comprender; que no busque ser amado, sino amar”.
“Señor, que yo no busque tanto ser comprendido, como comprender; que no busque ser amado, sino amar”.
Aprecia y agradece sin cesar lo que tienes ahora en lugar de
fijarte en lo que crees que te falta.
Aunque
te cueste asumirlo, cada
quien tiene lo que se merece, lo que ha sembrado y trabajado.
“Un
hombre sabio no se lamenta por las cosas que no tiene, antes bien, se regocija por las que posee”.
Epícteto.
Por lo
mismo haz tuyo este buen pensamiento: “Cuento mis bienes, no mis males
y cada
día soy más agradecido”.
Jamás
ponga la felicidad fuera de ti porque todo es prestado, incluso los seres que
amas.
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