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UNA INJUSTICIA APROBADA POR LA MAYORÍA NO DEJA DE SER UNA INJUSTICIA

Una injusticia aprobada por la mayoría no deja de ser una injusticia y eso pasa a veces en las democracias y la justicia.

Una gran injusticia fue la muerte de Cristo y otra fue la condena a muerte del gran filósofo Sócrates.

Con una serenidad ejemplar Sócrates se despidió de sus amigos y le dijo con calma al esclavo que le llevó el veneno:

“Vamos a ver, amigo: Dime lo que debo hacer puesto que tú estás bien al tanto de las cosas”.

Luego de que este le explicara todo preguntó: “Está permitido verter un poco de este líquido en ofrenda a algún Dios”.

El esclavo entonces le respondió: “Solo trituramos la cantidad de cicuta que es preciso beber”.

Sócrates se llevó la copa a los labios con una tranquilidad absoluta y a los que lloraban les dijo: “Tened calma. Sed valerosos”.


La muerte injusta de ese gran pensador fue un ejemplo de cómo se debe llegar a ese trance: Con el alma en paz y la conciencia tranquila.

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