Hay muchas anécdotas curiosas del
filósofo griego Diógenes quien amaba la austeridad y vivía con lo mínimo.
Cierto
día alguien le preguntó si en los Juegos Olímpicos había muchas personas y él respondió:
“Había muchos espectadores y muy pocas
personas”. Le
preguntó otro: “¿Cuál es la mejor hora para comer?
“Si eres rico comes cuando quieres. Si eres pobre comes cuando puedes”.
En un
viaje fue capturado por unos piratas y lo estaban vendiendo como un simple
esclavo.
El
pregón habitual era “¿Quién quiere comprar un esclavo?” Y Diógenes le pidió que
gritara: “¿Quién quiere comprar un amo?
Le
preguntaron el por qué y dijo: “¿Esclavo yo? Esclavo es mi amo que me debe dar techo, ropa y comida”.
Diógenes
era un ser asocial y exótico; vivió mostrando un gran desdén por lo superfluo y total desapego por lo
material.
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