Toda empresa que se precie cuenta
entre sus filas con un desmotivador. Son muchas las frases lapidarias que te
ayudarán a reconocerlo: “A este paso llegamos a los 5 millones de parados” “La situación
no mejora” “Para qué voy a esforzarme si el mundo se acaba en el 2020”.
El desmotivador puede ser
cualquier persona, desde tu jefe o un compañero de trabajo hasta el camarero del bar de
la esquina. Podrás
reconocerlo por su andar apesadumbrado, su mirada vidriosa y su espalda
encorvada sobre la cual descansa el peso del mundo. Cuándo le preguntas
a un desmotivador cómo le va, te responderá que “tirando” o ”aguantando el
temporal”. Yo, que siempre he tenido una mente muy visual, cuando escucho estas
afirmaciones no puedo
dejar de imaginarme al desmotivador tirando de una cuerda imaginaria en cuyo
extremo se encuentra una roca enorme que permanece impasible ante los
esfuerzos del desmotivador por seguir “tirando” hacia adelante.
También puedo visualizarlo al frente del timón de un barco luchando por
mantener el rumbo fijo en medio de una gran tormenta que es la fuente de sus
desdichas.
El desmotivador se alimenta de ti
El desmotivador se alimenta de la motivación de personas como tú que ya
se encuentran motivadas. El
desmotivador es un vampiro emocional que camina errante por el mundo a la
búsqueda de nuevas víctimas a las cuales robarles la motivación.
Sin embargo esa motivación positiva que extraen de ti sufre una
transformación en el interior del desmotivador y se convierte en motivación
negativa que les ayuda a extender sus tentáculos de pesimismo cada vez más
lejos.
La característica principal de un
desmotivador es su sonrisa. Existe una contradicción entre el pesimismo de
las palabras que salen de su boca y el gesto positivo de su rostro. Puedo asegurarte que la sonrisa
del desmotivador no es consecuencia de la alegría por poder hablar un rato
contigo, más bien es la alegría del cazador que sabe que ha encontrado
una nueva presa.
Nunca verás a un desmotivador
sonreir cuando nadie le mira. Sin embargo cuando se encuentra contigo sufre un
cambio instantáneo. Tu mera presencia ya le está insuflando fuerzas. Notarás
como su espalda pierde rigidez. Su mirada se concentra y sus pupilas se dilatan. Tú dudas entre
correr o gritar. Sin embargo te quedas petrificado escuchando atentamente sus
hipnóticas palabras y sintiendo cómo tu energía vital va abandonando tu cuerpo
poco a poco, muy lentamente.
Si no estás lo suficientemente
preparado, un encuentro con un desmotivador puede ser devastador y dejarte
completamente agotado sin ninguna fuerza para realizar el resto de actividades
que tenías programadas. Trata de identificar a los desmotivadores y adelántate a ellos
construyendo un muro a tu alrededor que impida que la motivación salga de ti.
Cuando te encuentres con un desmotivador obsérvalo como el espectador de
toros que contempla el espectáculo detrás de la barrera protectora. Dentro de
esa barrera te sientes seguro y los tentáculos del desmotivador ni siquiera
pueden rozarte.
Cuando un desmotivador te diga
que va “tirando”, no dudes en responderle: “pues yo estoy genial”. Asistirás al
nacimiento de la duda y la desorientación asomando por un instante en su
rostro. No te sientas mal por dar este tipo de contestaciones.
En realidad te estás ayudando a ti mismo y también estás ayudando al
desmotivador a salir poco a poco del circulo vicioso en el que se encuentra
atrapado. No olvides que
eres lo que escuchas, y la única persona que escucha constantemente las
palabras que dice el desmotivador es el propio desmotivador.
Ante esta
situación lo mejor que puedes hacer por el desmotivador es contraatacar con
respuestas como las que he comentado antes. Seguro que la próxima vez que se encuentre contigo
escogerá cuidadosamente sus palabras. Ese será el primer paso para
ayudar al desmotivador a romper su dinámica y cambiar la percepción del mundo
que le rodea. En ese
momento comenzará a convertirse en un motivador.
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