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¿Y SI FUERA ELLA? REFLEXIONES SOBRE EL AMOR Y LA PÉRDIDA

 

Ella se desliza en mi vida como un susurro, atropellando mis pensamientos y llenando mis días de luz y sombras. A veces, me parece que su presencia es tan efímera que me pregunto si realmente existe o si es solo un eco de mis deseos. Pero sé que, en el fondo, su esencia es innegable. Es la pregunta y la respuesta, mi oscuridad y mi estrella.

Cuando la pierdo, el dolor se convierte en un viejo conocido. La tristeza se asienta en mi pecho, recordándome que el amor puede ser tan fugaz como un suspiro en la tormenta. Ella es mi rival y mi compañera, siempre tan dentro de mi vida y, a la vez, tan fuera de ella. Me peina el alma, pero también la enreda, dejándome perdido en un laberinto de emociones.

Cada vez que se marcha, me encuentro preguntando: "¿Y si fuera ella?" Esa pregunta se convierte en un mantra, un recordatorio de que el amor puede transformarse, pero su esencia permanece. Quizás la próxima vez que la encuentre, será con otro rostro, otro nombre, pero siempre será ella, la que me lleva y nunca me responde.

La vida es una rueda que gira, y a veces, me pregunto cuándo es el momento de saltar. ¿Cómo saber si la que se aleja es realmente la que debo dejar ir? Mi corazón, loco y ciego, se aferra a la esperanza de que, en algún rincón del universo, ella sienta compasión por este amor torpe y ardiente que no sabe cómo soltar.

El amor es un juego de luces y sombras, donde la incertidumbre es la única constante. Y aunque a veces me queme, sigo preguntando: "¿Y si fuera ella?" Porque en el fondo, sé que cada encuentro, cada despedida, es una oportunidad de redescubrir lo que realmente importa. Así que, mientras la rueda siga girando, seguiré buscando, esperando que, en algún momento, nuestras almas se crucen de nuevo.


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