A
veces el corazón se rinde, se queda sin fuerza, sin voluntad. Me encontré
atrapado en un amor que me desarma, que me roba hasta la última gota de
dignidad, pero al mismo tiempo me llena de vida. Una caricia, una música suave
sobre tu pelo,
y todo en mí se apaga, menos este amor que, aunque sé que no está bien amarte
tanto, no puedo dejarlo ir.
He intentado, lo juro. He intentado
alejarme, arrancarte de mi ser. Pero cada vez que lo hago, me hago más
daño. No
sé qué pasa conmigo, con mi voluntad que simplemente se desvanece. Tal vez sea
tu mirada, tu tierno caminar, esa calma que me agita por dentro y me deja sin
razones para luchar.
Este amor que me deja así, sin voluntad, me arrastra y me lleva como una ola que
no puedo detener. Razones para alejarme tengo de sobra, lo sé. Pero cuando te
acercas, cuando tus ojos se encuentran con los míos, todo se nubla. Me falta
voluntad para negarte un beso, para dejarte ir, para decirte adiós.
Es una batalla perdida desde el
principio. Este amor es dolor y fantasía a la vez, es alegría y
esperanza, es tormento y calma. Me consume, me deja sin fuerzas, pero de alguna manera también me
da vida. No soy el mismo, todo ha cambiado. Nunca pensé que podría amar de una
manera tan fascinante, tan desbordante, tan llena de contradicciones.
Al final, me doy cuenta de que me falta voluntad para dejarte. Porque, aunque me atormenta, aunque me deja indefenso, prefiero seguir pidiendo más de ese amor que me agita el alma.
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