Zacarías 12:1-6 es un pasaje profético que habla sobre la intervención divina en favor de Jerusalén y del pueblo de Israel en tiempos de conflicto. Aquí está el texto de esos versículos:
Zacarías 12:1-6 (RVR1960):
1. Profecía de la palabra de Jehová acerca de Israel. Jehová, que extiende los cielos y funda la tierra, y forma el espíritu del hombre dentro de él, ha dicho:
2. He aquí, yo pongo a Jerusalén por copa que hará temblar a todos los pueblos de alrededor contra Judá, en el sitio contra Jerusalén.
3. Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella.
4. En aquel día, dice Jehová, heriré con pánico a todo caballo, y con locura al jinete; mas sobre la casa de Judá abriré mis ojos, y a todo caballo de los pueblos heriré con ceguera.
5. Y los capitanes de Judá dirán en su corazón: Tienen fuerza los habitantes de Jerusalén en Jehová de los ejércitos, su Dios.
6. En aquel día pondré a los capitanes de Judá como brasa de fuego entre leña, y como antorcha encendida entre gavillas; y consumirán a diestra y a siniestra a todos los pueblos alrededor, y Jerusalén será otra vez habitada en su lugar, en Jerusalén.
En resumen, este pasaje describe a Dios protegiendo a Jerusalén en tiempos de conflicto, haciendo que las naciones que intenten atacarla sufran y sean derrotadas, mientras que el pueblo de Judá será fortalecido y triunfará sobre sus enemigos.
REFLEXIONES DE UN SACERDOTE CATOLICO
Confianza en la Protección Divina: La Fortaleza de Dios para Su Pueblo
En el libro de Zacarías, específicamente en el capítulo 12, versículos 1-6, encontramos una profecía poderosa que habla del cuidado y la protección que Dios tiene sobre Jerusalén y su pueblo, Israel. Este pasaje no solo es una declaración de intervención divina, sino una enseñanza profunda sobre la confianza en el poder de Dios en tiempos de adversidad.
Dios, como Creador de los cielos y la tierra, y formador del espíritu humano, nos recuerda Su soberanía absoluta sobre todo lo que existe. Es Él quien extiende Su mano poderosa para proteger a Su pueblo. En momentos en que las naciones se levantan contra Jerusalén, cuando todo parece perdido y el peligro acecha desde todos los rincones, Dios promete intervenir de manera sobrenatural. Jerusalén será como una piedra pesada que hará tambalear a quienes intenten cargarla, y las fuerzas enemigas serán derrotadas.
Esta profecía es un llamado a no depender de nuestras propias fuerzas, sino a confiar plenamente en la fuerza del Señor. Los habitantes de Jerusalén y los capitanes de Judá encontrarán su fortaleza en el Dios Todopoderoso. Esto es un recordatorio de que, aunque el mundo parezca lleno de conflictos, amenazas y caos, Dios sigue siendo nuestro refugio, nuestra roca firme.
Zacarías nos enseña que la victoria no depende de los caballos o los jinetes, símbolos de fuerza militar en aquel tiempo, sino de la intervención divina. Las naciones pueden unirse en contra del pueblo de Dios, pero su poder será inútil ante el plan de salvación del Señor. Dios mismo cegará a los enemigos y les sembrará pánico, mientras que fortalecerá y guiará a Su pueblo con Su presencia.
Esta protección no es solo para aquellos tiempos, sino también para nuestras vidas actuales. Enfrentamos batallas a diario: dificultades, injusticias, y desafíos que parecen insuperables. Sin embargo, el mensaje de Zacarías es claro: Dios es nuestro protector. No importa cuán grande sea el conflicto o el enemigo, si permanecemos firmes en nuestra fe, Dios intervendrá y nos dará la victoria.
Queridos hermanos y hermanas, en medio de nuestras dificultades personales y como comunidad de fe, recordemos que no estamos solos. Así como Dios prometió proteger a Jerusalén, también está con nosotros hoy, iluminando nuestro camino, protegiéndonos y guiándonos. Mantengamos nuestra confianza en Él, porque en Su fuerza encontraremos nuestra victoria. ¡Que la paz de Dios esté siempre con nosotros!
Amén.
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