Hay cuatro enemigos de la
paz interior y la felicidad: el odio, la culpa, la envidia y el orgullo.
Perdónate y sé comprensivo con tus errores y los de los demás. Las
fallas son parte del proceso.
Entiende que cada ser está aprendiendo y que todos hacen lo mejor que pueden.
No te flageles por tus caídas y mira a los que te hieren como hijos de Dios en la inconsciencia.
Tampoco envidies la suerte
ajena y transmuta el plomo de la envidia por el oro de la admiración.
La envidia te corroe por dentro y creces en nobleza cuando celebras los
triunfos de tus hermanos.
Elige también andar en la
humildad y no sigas los delirios de un Ego sediento de reconocimiento.
Valora a cada ser, aprende de todos e imita a Jesús y a María como los
mejores maestros de humildad.
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