Cuenta la historia que una
persona bastante insegura decidió poner un negocio para vender pescado.
Para atraer a los clientes puso al frente un gran aviso con estas
palabras: “Aquí se vende
pescado fresco”.
Se sentó a esperar compradores, pero llegó alguien que le dijo: Sobra una palabra en su aviso.
Quite la palabra fresco, se
entiende que así es, ¿acaso usted va a vender pescado podrido?
El dueño le hizo caso y se dijo: Tiene razón, esa palabra está de sobra,
ahora todo quedó bien.
Llegó entonces alguien que le dijo: ¿Para qué escribe aquí? es obvio eso, no lo venden al
frente, borre esa palabra.
Así se hizo, pero un amigo le dijo: No hace falta que pongas se vende, se sabe que no lo
regalas, quita eso.
Luego quitó la palabra pescado, cuando le dijeron: Basta verlo en la vitrina para
saber que es pescado. Y
así, por hacer caso a los demás, se quebró.
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