En
todo el mundo hay 800 millones de personas en peligro de morir por
desnutrición. Según el Informe sobre la salud en el mundo, editado por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente el cincuenta por ciento
de las muertes de niños menores de cinco años tienen que ver con la
desnutrición. Además, los que logran sobrevivir por lo general sufren de mala
salud.
En
el extremo opuesto, se afirma que hasta 800 millones de personas corren el
riesgo de morir por sobrealimentación. Es posible que una
dieta desequilibrada derive en enfermedades crónicas, como la obesidad, la
arteriosclerosis, la hipertensión, la diabetes, la cirrosis y diversos tipos de
cáncer. La OMS resume así el asunto: “La malnutrición abarca una amplia gama de males, como son la
desnutrición, la deficiencia de nutrientes concretos y la sobrealimentación;
además, es responsable de que muchas personas mueran o queden lisiadas,
retrasadas y ciegas, y perjudica enormemente el desarrollo humano en todo el mundo”.
En un mismo país pueden darse ambos fenómenos:
la desnutrición y la obesidad, y en el mismo hogar puede haber niños
desnutridos y adultos con problemas crónicos de obesidad. En algunos casos,
quien sufrió de desnutrición en la infancia es obeso de adulto, algo que puede
sucederles a las personas que se van a vivir del campo a la ciudad.
Mucha
gente no comprende la relación entre la salud y los hábitos alimentarios, tal
vez porque los efectos de una mala alimentación no se manifiestan enseguida.
Pero una dieta sana puede prevenir muchas enfermedades. De
hecho, la OMS calcula que se evitaría hasta el 40% de los casos de cáncer con
una mejor alimentación y ejercicio. Pues bien, ¿cómo mejorar la dieta?
¿Cómo mejorar la dieta?
Según
algunos expertos, los alimentos se dividen en tres grupos principales. En el
primero se encuentran los cereales —maíz, trigo, arroz, avena, centeno, cebada
y mijo— y los tubérculos —papa y camote, o batata—. Este grupo, rico en
carbohidratos, aporta energía de rápida utilización. En el segundo están las
leguminosas —frijoles, soya, lentejas, garbanzos y habas— y algunos alimentos
de origen animal, como la carne, el pescado, los huevos y la leche y sus
derivados. Todos ellos suministran proteínas, hierro, cinc
y varias vitaminas. En el
tercer grupo se hallan las frutas y las verduras, que aportan vitaminas y
minerales esenciales, así como fibra y energía, además de representar la única
fuente natural de vitamina C.
Según el doctor Héctor Bourges, director de
nutrición del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador
Zubirán (INCMNSZ), de México, la dieta sana debe ser equilibrada y contener alimentos de estos grupos
en cantidad suficiente. Nos aconseja “incluir por lo menos un alimento
de cada grupo en cada comida y variar lo más posible los alimentos que se usan
dentro de cada grupo, así como la forma de prepararlos”.
Tenga la precaución de siempre lavar bien las
frutas y verduras, sobre todo las que vaya a comer crudas.
La
dieta también debe adecuarse a cada individuo, por lo que han de tenerse en
cuenta factores como la edad, el sexo y el estilo de vida.
En el caso de los adultos, se recomienda ingerir dos porciones de fruta o
verdura en cada comida y aumentar el consumo de cereales integrales y
legumbres, mientras que deberían tomarse pequeñas porciones de alimentos de
origen animal, preferentemente pescado, pollo sin piel y carnes magras.
También se aconseja limitar el consumo de
grasas y azúcares.
Incluso quienes viven en países en desarrollo
y están afectados por la pobreza pueden mejorar su dieta. ¿De qué manera? Escogiendo
alimentos nutritivos, variándolos y combinándolos, como por ejemplo, mezclando
cereales y legumbres. Pueden utilizar pequeñas cantidades de carne o huevos
para aumentar el valor nutritivo del plato, así como aprovechar las verduras
que crezcan en la zona y las frutas de temporada.
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