El ser humano ha buscado insistentemente la felicidad a
través de la historia de la Humanidad y para encontrarla y más aún para
conservarla, ha empleado todos los mecanismos físicos que los adelantos propios
de cada época, le han permitido. Es la
razón por la que adquiere seguros de vida, vehículos, casas y cosas; compra
poder, conciencias y voluntades. Todo para "conservar la felicidad".
La verdadera esencia de nuestro ser interno, que se va
perdiendo con el fortalecimiento de la personalidad y de lo externo nos
indicaría, si le permitiéramos expresarse, que la felicidad es una actitud. Y
la misma depende únicamente de lo que "somos", no de lo que
"sabemos" o "poseemos". Los títulos y las pertenencias se
quedan en este mundo cuando partimos definitivamente, cuando nuestra alma vuela
en libertad ante el llamado Divino.
La felicidad es la paz que se logra a través de la
comprensión y la tolerancia. Es agradecimiento, es benevolencia, es ayuda
espiritual, es esperanza, es el trabajo por los demás. Son momentos de plácido descanso en el amor del
ser amado.
El Mahatma Ghandi decía acerca de la felicidad, que es la
armonía entre lo que se piensa, se dice y se actúa.
Y en un
plano esotérico, la felicidad está hecha de momentos de regocijo interno, es el
despojar el cuerpo de preocupaciones y sufrimientos y lanzarlos al viento.
Es tener el corazón liviano, libre y bien amado. Es comenzar un sueño de luz, un mundo sin
restricciones, sin limitaciones ni razones absurdas para explicar lo
inexplicable.
Pero la
felicidad sólo puede ser reconocida por los seres que, amando a otros seres,
encuentran en ellos el fruto de la Creación Divina.
La
felicidad es, en suma, una actitud personal frente a la vida, sus
circunstancias, deleites y desengaños.
SE ES FELIZ CUANDO NO SE BUSCA LA FELICIDAD, PUES ¡ELLA SIEMPRE ESTÁ CON
NOSOTROS!.
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