Examina
los eventos de tu vida y podrás comprobar que nada sucede de repente ni al
azar.
Donde
ves una planta existió antes una semilla, y hoy recoges lo que sembraste en el
pasado.
Vives
sembrando y en este ahora estás cosechando los frutos del ayer y preparando los del mañana.
Dios mismo ni siquiera tiene que intervenir porque hay un plan y existen
unas leyes.
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