la hora de persuadir o convencer a los demás
con nuestras palabras, la velocidad del discurso influye. Concretamente,
investigadores han comprobado que, independientemente de los argumentos, hablando a un ritmo de alrededor
de 3,5 palabras por segundo convencemos mucho más a las personas que nos
escuchan que si hablamos más rápido o más lento.
Para llegar a esta conclusión, los expertos del Instituto de
Investigación Social estudiaron cerca de 1.400 entrevistas telefónicas
realizadas por 100 hombres y mujeres que intentaban persuadir a sus
interlocutores. Tras
analizar parámetros como la fluidez, el tono, la velocidad y las inflexiones de
la voz, encontraron que el principal parámetro a tener en cuenta es la velocidad.
Así, las personas que hablan muy rápido se perciben como poco sinceras. Y a las
que hablan demasiado lento se les considera poco inteligentes.
Otro factor a tener en cuenta a la hora de convencer a
alguien o hacerle cambiar de opinión son las pausas. Los investigadores encontraron que hacer pausas
cortas frecuentes era más eficaz que un discurso fluido. Hacer en torno a 4 ó 5
pausas cada minuto, normalmente en silencio, suena más natural.
Finalmente, según revelaron en la presentación del estudio
durante la reunión anual de la Asociación Estadounidense para la Investigación
de la Opinión Pública, los
científicos descubrieron que demasiada inflexión en el tono suena artificial,
como si nuestro interlocutor se estuviera esforzando demasiado. En cuanto al
tono, los entrevistadores masculinos con voces graves resultaron ser más
persuasivos. En las mujeres, sin embargo, los cambios en el tono de voz no
parecían tener ningún efecto.
El arte de convencer es una forma de actuar basada en
técnicas y estrategias.
Al
contrario de lo que mucha gente se piensa el arte de convencer no se trata de
“truquitos” y manipulación ruin que se basa en engañar a la gente para
conseguir lo que tú quieres.
Al contrario, eso no es convencer, eso es usar artimañas y manipulación negativa para
engañar a las personas a costa de tu sacar un beneficio propio.
Hay muchas formas de conseguir un mismo objetivo, por las
buenas o por las malas, por las malas lo que conseguirás es que rebote contra
ti, y el arte de convencer
es conseguir lo que te propones por las buenas usando la astucia e inteligencia
pero sin crear jamás represalias.
Se basa en tener un nivel tan alto en el arte de convencer
que haces cambiar de opinión a la gente, tus argumentos y como ves las cosas
hacen que la otra persona se replantee sus argumentos y te apoye. Se basa en saber convencer de
una forma elegante y discreta.
No se basa en convencer a grito o con amenazas, sino que el
arte de convencer implica un nivel tan alto que la otra persona cambia de opinión
porque la consigues influenciar de forma inteligente y positiva.
Las
personas no actúan ni tienen opiniones basadas en la lógica pura. Si esto fuera
así el mundo sería mucho más justo. En cambio la gente actúa por interés y por
emociones. Tu trabajo en el arte de convencer es seguir una serie de reglas,
tips y técnicas que te harán convencer a cualquier persona.
Apela a
las emociones
El modo
de convencer más efectivo que existe es el inteligente. Aquél en el cual
convences a la otra persona de que tu opinión o lo que quieres hacer es la
mejor opción y la más correcta. Esto no se consigue engañando o manipulando
negativamente.
Se
consigue con inteligencia. El primer paso en el arte de convencer es apelar a
las emociones. Las personas deciden lo que piensan por sus emociones.
Si una madre tiene a su hija enferma de cáncer es poco
probable que logres implicarla en algo que discrimine a enfermos. En cambio a
una mujer repipi, rica, muy pija y que en su vida solo le importan las joyas y
el dinero será más fácil convencerla.
Tienes
siempre que pasar por el estado interno de la otra persona e influenciarla
desde ahí, porque como apeles contra sus emociones entonces chocarás contra un
muro. Hay algunas reglas básicas que si una persona niega queda muy pero
que muy mal, son unos puntos a los que nadie quiere ser asociado. Por ejemplo
que le tilden de racista, discriminatorio o cualquier cosa que implique que esa
persona tiene falta de humanidad.
Siempre hay algún tonto que le da igual porque como persona
deja mucho que desear, pero el 99,99% de las veces juzgar la humanidad de
alguien ante una decisión hace que la balanza se incline muy a tu favor.
Es
decir, si tu eres empresario y uno de tus empleados está costando horas de
trabajo al resto y su irresponsabilidad trae problemas indirectamente a los
demás.
Echarle la bronca es darse contra un muro, si en cambio le
haces ver emocionalmente como su irresponsabilidad afecta a otras personas le
harás sentir mal (porque realmente si fuera una persona íntegra no haría eso) y
probablemente se produzca el cambio.
Si vas
por las malas, te podrás hasta encontrar con un empleado que termina demandando
a la empresa por qué él no quiere pegar un palo al agua.
El arte
de convencer a parte de convencer se basa en sortear los obstáculos.
Quizás esa persona se comportaba así porque solo veía el beneficio de recibir
dinero a cambio de hacer poco, nadie le criticaba eso, lo van permitiendo hasta
que llegas tú y haciendo gala de tu arte de convencer le haces ver que sus
decisiones tienen consecuencias negativas para otras personas.
El arte de convencer hablando bien
Tienes
que hacer que la persona cambie esa actitud defensiva por algo que remueva sus
emociones. Si le haces ver que su actitud conlleva consecuencias negativas con
sus compañeros lograrás que mejore y mucho su actitud.
Hablar bien no solo es vocalizar y utilizar palabras
correctas, toma más importancia que palabras utilizas al hablar. Tienes que
utilizar palabras emocionales que hagan sentir emociones a tu interlocutor y a
partir de ahí es como llevas a su máximo esplendor el arte de convencer
logrando que la otra persona cambie de modo de pensar.
En vez
de decir cosas como: “eres un inútil”, prueba con: “lo qué has hecho hará que
Dani tenga que estar todo el fin de semana reparándolo y se perderá el
cumpleaños de su hija, con la enorme ilusión que le hacía, llevaba tiempo
preparándolo”. (Obviamente solo di algo así si es verdad, no te inventes
nada por qué se puede volver contra ti dicha mentira)
Insultar o enfadarte jamás convence a nadie, solamente
haciendo ver la gravedad de un asunto haciéndole experimentar el por qué
lograrás que la persona cambie.
Una
persona fumadora desde hace 40 años solo parará de fumar el día en que le de un
infarto al corazón o le pase algo grave. Una simple experiencia (las emociones)
consiguen que una persona logre un cambio que jamás ha conseguido en 40 años. Y
hasta es capaz de pasar de un extremo al otro, de defender fumar en todas
partes a discutirse con un fumador por fumar delante suyo.
Como he
dicho las personas no actúan por lógica, sino por emociones y si consigues
aprender el arte de convencer verás como mediante técnicas y estrategias que
implican las emociones y otros trucos lograrás convencer a prácticamente
cualquier persona.
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