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¿QUIEN MUERE?


La muerte, esa etapa inevitable de la existencia, nos lleva muchas veces a reflexionar sobre la esencia misma de la vida. ¿Quién muere cuando hablamos de la partida de alguien? ¿Se trata simplemente del cese de funciones biológicas o hay algo más profundo en juego?

Más allá del fin físico, la muerte se presenta como una transición, una transformación que trasciende la materialidad. Es el cierre de un capítulo físico, pero ¿se desvanece por completo el legado de esa persona? ¿Desaparece tu impacto en el mundo?

En realidad, quienes mueren no son sólo quienes dejan de respirar. Quienes mueren son los recuerdos que se desvanecen con el tiempo, las enseñanzas que caen en el olvido, los sueños que no se persiguen, las historias que se pierden en el vacío del olvido.

Quienes mueren son las risas que ya no se escuchan, los abrazos que no se dan, las palabras de aliento que nunca se dijeron . Mueren aquellos que, pudiendo dejar un legado de amor y sabiduría, se sumergen en la rutina y el conformismo, olvidando la magia de cada momento presente.

Quienes mueren son aquellos cuyo impacto positivo se desvanece en la sombra de la indiferencia. Son aquellos que, aun teniendo tanto para dar, eligen encerrarse en el egoísmo y la superficialidad.

La muerte nos recuerda la importancia de vivir plenamente, de aceptar cada día como un regalo, de cultivar relaciones significativas y de dejar una huella positiva en el mundo. Nos desafía a trascender lo efímero y encontrar sentido a nuestras acciones, a vivir auténticamente y valorar lo que realmente importa.

Porque, al final, quienes mueren no son sólo los cuerpos que se despiden de este mundo, sino quienes dejan que sus almas se marchiten por el desinterés y la falta de propósito . Y los que verdaderamente viven, los que dejan un legado de amor, compasión y aprendizaje, perduran en los recuerdos y en los corazones de aquellos a quienes tocaron con su presencia .

Enfrentar la muerte es un desafío para todos. No existe una respuesta única que funcione para todos.

Sin embargo, hay algunas cosas que podemos hacer para afrontar la muerte de forma saludable.

Permitirnos sentir nuestras emociones: Es normal sentir tristeza, enojo, miedo u otros sentimientos cuando alguien muere. Es importante permitirnos sentir nuestras emociones y no intentar reprimirlas.
Habla con alguien de confianza: Hablar con alguien de confianza sobre nuestros sentimientos puede ayudarnos a procesarlos y sentirnos mejor.
Recordar a la persona que murió: Recordar a la persona que murió puede ayudarnos a mantenerla viva en nuestro corazón. Podemos hacerlo hablando de ella, viendo fotos o vídeos de ella o haciendo cosas que le gustaban.
La muerte es una parte natural de la vida. Es un acontecimiento al que todos tendremos que afrontar en algún momento. Es importante que estemos preparados para afrontarlo de forma saludable.


REFLEXIÓN:

Muere lentamente quien se vuelve esclavo de la costumbre, repitiendo todos los días los mismos caminos, quien no cambia de marca, no se arriesga a vestir un nuevo color y no habla con quienes no conoce.
• Quienes hacen de la televisión su Gurú mueren lentamente . • Muere lentamente quien evita una pasión , quien prefiere el Negro al Blanco y los puntos a las "ies" a un torbellino de emociones, precisamente aquellas que rescatan el brillo de los ojos, la sonrisa de los bostezos, el corazón de los tropiezos y los sentimientos. • Muere lentamente quien cambia las tornas cuando es infeliz en el trabajo , quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir tras un sueño , quien no se permite huir de los consejos sensatos al menos una vez en su vida. El que no viaja, el que no lee, el que no escucha música, el que no encuentra la gracia en sí mismo, muere lentamente. • Muere lentamente quien destruye su amor propio, quien no se deja ayudar . • Muere lentamente quien pasa sus días quejándose

 


 

 

 

 



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