Hace
más de veinte años, el Dr. Ryke Geerd Hamer, un doctor alemán con oficina en
Roma, Italia, recibió un llamado telefónico en medio de la noche. Su hijo Dirk,
de 17 años había sido baleado durante una vacación en el Mediterráneo. Tres
meses más tarde Dirk murió y poco después, el Dr. Hamer, quien había sido sano
durante toda su vida, pero totalmente abrumado por esta catástrofe, descubrió
que sufría de un cáncer testicular. Sospechando que esto no era mera
coincidencia, decidió investigar las historias personales de los pacientes de
cáncer para ver si es que habían sufrido algún choque conflictivo, angustia o
trauma anteriormente a su enfermedad.
Con el tiempo, y tras intensa investigación con miles de
pacientes, el Dr. Hamer finalmente consiguió demostrar que la enfermedad
solamente es causada por un choque que nos agarra totalmente desprevenidos.
Este último concepto es muy importante. Si de alguna forma conseguimos prepararnos para el evento
chocante, evitaremos enfermarnos. De hecho, el Dr. Hamer prefiere no decir
“cáncer”. Más bien, es una respuesta biológica especial a una situación
insólita, y cuando la situación de ‘shock’ se resuelve, el cuerpo se apresa
para volver a lo normal. Esta
es una versión muy simplificada de los hechos, claro está.
1.
No dejarse ganar por el pánico.
Muy a menudo, la gente muere en pánico. La persona no
debería entrar nunca en pánico, ni hacer entrar en pánico a los demás. Hay que
tener un enorme cuidado con el entorno y especialmente con quien recibe de
nosotros. Ámense ustedes mismos y también ámense entre ustedes. Amarse tiene un
doble sentido de gran valor terapéutico. Si uno se ama a sí mismo, primero, no
hará ningún conflicto consigo mismo, ni de desvalorización, ni de culpabilidad.
Si se ama a los demás entonces no hará ningún conflicto con los demás.
No
entrar en pánico significa que el enfermo nunca debe asustarse y que los
terapeutas jamás deben asustar al enfermo. De lo contrario, hasta un
resfriado se vuelve incurable, ya que provocará una generalización. Entrar en
pánico es comprarse un boleto de ida.
2.
Soportar la vagotonía.
Vagotonía
es la excitabilidad anormal del nervio vago, con alteraciones de la
función de los órganos en que ramifica este nervio principalmente del corazón,
los bronquios, el estómago y los intestinos. Alrededor de las 22h00 se
desencadena normalmente el impulso máximo de la vagotonía. El nervio vago es el
más poderoso nervio del organismo: no hay manera de vencer al sueño.
Ese es nuestro ritmo ancestral: el hombre es un animal
diurno, en su código biológico de comportamiento antiguo de cuatro millones de
años, está grabado que debe cazar, recoger frutos, actuar de día y reposar de
noche. Es durante la noche que todo está automatizado para que el organismo
concentre su trabajo en el tubo digestivo. Tenemos menos actividad cerebral,
cardíaca, respiratoria. Es normalmente por la noche que toda enfermedad se hará
más insoportable porque es durante esa vagotonía que el cerebro repara mejor y
puede haber más edemas.
Se
puede hacer algo para reducir esos edemas para que sea mas soportable pero solo
reducirlos porque si se impide que actúen, nunca se logrará la
reparación, puesto que los elementos re-constitutivos no llegarán a reparar.
3.
Todas las noches, hacer el balance diario.
Hay que saber si no se ha trabajado demasiado durante el
día. Si es así, reposo obligatorio el día siguiente (para las enfermedades
importantes como el cáncer, fibromialgia, artritis, etc…). La persona debe
curarse. Puede hacer muchas cosas, pero debe ocuparse de su enfermedad por
encima de todas las cosas. No debe esperar que alguien o algo lo cure, hay que
motivarlo.
Hay un doble mensaje en esto. Debe ocuparse de sí mismo,
que haga un repaso de su jornada en su cabeza, interesarse en la vida, que tome
notas, que haga ese balance. Si hizo demasiado, debe reposar al día siguiente
porque de lo contrario entra demasiado en estrés, en actividad, con lo que el
cerebro vuelve a la simpaticotonía deteniendo la vagotonía. Allí se detiene la
curación.
4.
Todas las mañanas tomar un lápiz y planificar su día.
Hay que respetar el plan y prever al menos seis horas de
reposo, además de la noche. Estas son las reglas para los grandes enfermos y
tienen que luchar contra sus angustias.
El que está en silla de ruedas querrá siempre asistir a
muchas reuniones para demostrar y demostrarse que puede hacer lo que todo el
mundo. Es una reacción de escape, es un juego perverso. Hay que concentrarse en
su curación porque ésta es posible. Hay que evitar entrar en el estrés de la
acción. Con seis horas de reposo, además de la noche, tenemos suficiente
vagotonía. El cerebro
tiene una fuerza extraordinaria para curarnos a pesar de todo lo que hacemos
contra eso (entre los miedos, las peleas, los mensajes deprimentes o terribles
que recibimos durante el día y a causa de las acciones).
5.
Hacer siempre lo absolutamente necesario primero.
Si eso sobrepasa tres horas de esfuerzo físico o
psicológico, hay que detener lo superfluo y descansar, con el corazón alegre porque
estamos haciendo lo que corresponde para curarnos, y no lo contrario. La mayor
parte de la gente se deprime, se desmoraliza, tienen miedo de descansar: tienen
el estrés de su problema, de su decrepitud y ese es un conflicto secundario muy
fuerte. “Ya no puedo hacer nada, no sirvo”. Hacer lo absolutamente necesario
primero va a permitir a la persona probarse que existe todavía, pero hay que
cronometrar el tiempo.
La persona enferma quiere demostrar que puede hacer, pero
si pasa tres horas físicas o psicológicas, debe detenerse. Lo mejor es leer
lectura liviana, divertida, ver películas divertidas y pueden verla cuantas
veces quieran si las alquilan. Es la terapia por la risa, puesto que si se
detiene en los noticieros, con guerras, accidentes, o películas de muerte, de
violencia, inconscientemente se sobre-estresa con imágenes liminales y
subliminales.
Durante la recuperación, me ocupo de mí, me amo, me
cuido, me mimo, esto es vital, es la manera de curarse. No alcanza con
decodificar y aceptar (a veces sí) sino que hay que respetar la reparación
también.
6.
Rechazar todo enfrentamiento.
Recriminar, discutir con su entorno es uno de los mayores
dramas que garantizan la recaída o la imposibilidad de curarse. “Necesito de
ustedes, de su ayuda y no de su oposición permanente”. Porque uno sustrae
calorías y fuerzas de las que necesita el cerebro para reparar y al monopolizar
la energía para combatir generalmente el enfermo está expuesto al juicio de
quienes lo rodean, y estos no saben nada, solo hablan por hablar y el enfermo
no zafa, no sale del estrés.
Aquí reproduzco una frase que Claude Sabbah atribuye a su
abuelo: “Si la gente que
no tiene nada que decir se callara, habría un gran silencio en la superficie de
la Tierra. Son siempre los que no saben nada los que cacarean”. Acá
estamos hablando de una elevación en el nivel de la conciencia humana.
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