Desde una perspectiva
espiritual las coincidencias no existen y los accidentes tampoco.
Cada ser llega a la tierra con una misión y vive lo que tiene que vivir sin dejar de tener libertad.
Hay hechos que ya están programados para aprender o enseñar las
lecciones del amor, y otros que se eligen con el libre albedrío.
Sin embargo hay
hechos que superan cualquier imaginación como los que vivió el señor
Joseph Figlock:
En la primavera de 1975 un bebé cayó de una altura de 14 pisos en la
ciudad de Detroit.
El bebé aterrizó sobre el
cuerpo de Joseph que iba por la acera como un transeúnte.
Un año después otro niño cayó de un edificio sobre Joseph en
circunstancias parecidas.
En ambos casos todos los
implicados sobrevivieron. ¿Casualidad? ¿Pura coincidencia?
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