A veces la vida nos obliga a decir adiós, aunque el corazón quiera gritar que no. Y justo antes de que te vayas, lo único que pido es un beso más, uno que me dé fuerzas para seguir soñando con tu regreso. Porque la verdad es que desde que te perdí, nada es igual. ¿Cómo se supone que te olvide? ¿Cómo te voy a olvidar cuando sigues siendo parte de mí?
Tu recuerdo me mata, lo admito, pero aquí estoy, esperando. Hasta la muerte, seguiré amándote, porque el amor a distancia, aunque digan que fortalece la confianza, puede ser una verdadera odisea. Y aunque la razón me dice que deje ir, que si vuelves es porque eres mía y si no, nunca lo fuiste... mi corazón se niega a rendirse en esta pelea.
Hablé con el hombre del espejo, y su consejo fue claro: deja que el destino haga lo suyo. Pero aunque trato de convencerme, sigo aquí, en el mismo lugar, aferrado a la esperanza de que el destino te traiga de vuelta. Porque si es cierto que el amor no se olvida, entonces este, el nuestro, está destinado a perdurar.
Así que, antes de que te vayas, dame ese beso que me acompañará en las noches de soledad, mientras sigo soñando con el día en que vuelvas. Porque aunque sea difícil, aunque el adiós no sea lo que queríamos, te esperaré. Hasta la muerte, siempre te esperaré.
¿Cómo te voy a olvidar? La verdad es que no puedo... ni quiero.
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