Por
qué y para qué estudiarla, así como perderle el miedo, son algunos de los
primeros pasos.
Antes de querer dominar una lengua extranjera,
es necesario tener claro por qué y para qué estudiarla, así como perderle el
miedo.
El
deseo de poder comunicarse en un idioma extranjero debe ir acompañado de
objetivos claros. Un aprendizaje sin motivación, desligado de una meta, no
tendrá resultados positivos.
No hay un tiempo establecido para aprenderlo.
Esto depende del trabajo autónomo del estudiante, de los recursos a los que
acceda, de la pedagogía de su docente, de su edad, estilo cognitivo,
motivaciones y contexto de aprendizaje.
Conozca
10 claves para tener éxito en el dominio de otro idioma.
Integrar
habilidades
Aprender una lengua extranjera reúne cuatro
habilidades comunicativas: auditiva, comprensión de lectura y expresiones oral
y escrita, las cuales se deben practicar de forma permanente y combinada. Es
clave comenzar por identificar los elementos sonoros de la lengua (leer textos
acompañados de audio).
Trabajo
autónomo
No conformarse con las horas de clase.
Identificar el estilo personal de aprendizaje; si se aprende de forma más
eficaz a través de materiales visuales o auditivos, buscar dichos recursos para
apoyar este proceso en la casa u oficina.
Necesidad
de comunicarse
Es necesario que el docente diseñe un espacio
donde haya necesidades y razones para comunicarse en ese nuevo idioma. No
traduzca textualmente. Es importante que el alumno aprenda usando los medios
que tenga a mano.
No
solo reglas o vocabulario
La lengua es un sistema dinámico y social. Por
eso, es necesario buscar contextos comunicativos de la vida real en los que el
nuevo idioma se vuelva necesario y que se use con su velocidad natural.
Interés
personal
El docente debe permitir que su alumno lleve a
clase sus intereses personales para incorporarlos en el trabajo en el aula:
música, textos, juegos. Así afianza su aprendizaje y asume una actitud positiva
frente al mismo.
Perder
el temor a equivocarse
Es fundamental arriesgarse y perder el miedo
al error, pues con miedo no se habla ni se escribe ni, mucho menos, se aprende.
Si, previamente, tuvo una mala experiencia con el aprendizaje de este u otro
idioma, no se obsesione con la idea de que nunca va a aprenderlo. La actitud
define, en parte, su capacidad de asimilarlo.
No
creer en ofertas publicitarias
A la hora de seleccionar la institución, no
dejarse llevar por promesas publicitarias. Fijarse en los recursos didácticos
que esta tiene, si su método está acorde con el estilo personal de aprendizaje;
que sea reconocida, que le permita interactuar con nativos y que enseñen lo que
necesita aprender y en las situaciones en que se va a desenvolver.
Sacarle
provecho a Internet
No pensar que no existe tiempo para aprender.
Siempre lo hay y, además de recursos como audiolibros y canales
internacionales, Internet ofrece una serie de recursos interactivos para apoyar
el aprendizaje de idiomas como inglés, francés y mandarín
Conocer
el contexto de las situaciones
Aprender a utilizar ese idioma de acuerdo con
la situación comunicativa y saber diferenciar entre una charla académica, una
comercial y una informal. Es clave familiarizarse con expresiones idiomáticas y
metafóricas, cuyo significado no es literal y que requieren conocer su contexto
lingüístico, social y cultural.
Espacios
sociales para practicarlo
Buscar espacios extracurriculares para
practicar el idioma como clubes de conversación, de lectura, inmersiones en
otro país (si es posible) o medios virtuales como blogs, redes sociales o
chats. Así intercambia ideas que le expresen algo significativo para sí mismo,
de su mundo, de sus sentimientos. Es un aprendizaje envuelto en una práctica
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