Las redes sociales han cambiado nuestra
forma de relacionarnos con los demás. Vivimos un tiempo en que muchos dan más
importancia a su mundo “virtual” que a su mundo “real”. Existen personas que se
sienten distraídas continuamente, ausentes, “anestesiadas”, con la mente puesta
en otra parte, nerviosos por publicar, comentar y “colgar” nuestra frase de la
semana o nuestra nueva foto de “perfil”. Mientras, nos perdemos una charla
atenta con los amigos, disfrutar de un paseo tranquilo con nuestros hijos o
ensimismarnos con una puesta de sol. Disfrutar en definitiva de lo que hacemos
con los cinco sentidos, aquí y ahora.
Últimamente
se ha producido otro nuevo fenómeno relacionado con Internet y con los móviles:
los selfies. La moda de
autorretratarse con el móvil y colgar la foto en las redes sociales está
haciendo furor entre personas de todas las edades, pero sobre todo entre los más jóvenes. La
moda se está generalizando tanto que ya ha habido hasta accidentes por culpa
del autorretrato (me viene a la memoria el triste fallecimiento de unos padres
en un acantilado en Portugal) o prohibiciones del uso del llamado “palo selfie” en museos y
otras salas de arte.
¿Puede esta nueva moda provocar
adicción?
Como
cualquier otra conducta, los
selfies pueden producir adicción. Una foto de vez en cuando es
divertida, pero el problema está cuando no podemos vivir sin ello. De hecho,
hace unas semanas salía en la prensa el caso de un joven de 19 años que pasaba
más de ocho horas al día haciéndose fotos y que derivó en un intento de
suicidio porque, según parece, “no lograba la imagen perfecta” .
En
efecto, la persona adicta
a los selfies cuelga en automático su foto en la red esperando
retroalimentación, es decir, unos “me gusta” o comentarios que actúan
como un refuerzo de la conducta en cuestión. Como ocurre con las adicciones a
sustancias, en el caso de los selfies, la persona adicta, cada vez necesitará
más comentarios o un número cada vez mayor de “me gusta” en las redes sociales
para sentirse satisfecho/a. Esto,
a la vez, refuerza la conducta de autorretratarse. Además, la persona
puede sentirse irritable si no puede “subir” su foto a la red por problemas de
conexión o no obtiene una retroalimentación positiva de sus seguidores.
¿Qué personalidad se esconde detrás de
un/a adicto/a a los selfies?
En
general hablamos de personas que
tienen relaciones interpersonales más superficiales y que no han cultivado el
sentido de la intimidad. Se trataría de personas con baja autoestima que necesitan la aprobación y la
aceptación de los demás a través del autorretrato. Podría tratarse
también de personas con
personalidad narcisista: que se creen especiales y únicas, y que exigen
una admiración excesiva hacia su persona, etc.
¿Qué
consecuencias puede ocasionar la adicción a los selfies?
La adicción a los autorretratos podría
traer consecuencias negativas para la persona que lo sufre como depresión,
refuerzo de la personalidad narcisista, trastornos obsesivos o el llamado trastorno
dismórfico corporal: la preocupación excesiva y desproporcionada por algún
defecto físico, real o imaginario.
¿Se
puede “desintoxicar” una persona adicta a los selfies?
Toda conducta es susceptible de
cambiarse, pero para ello se deberá contar con la colaboración de la persona
que sufre el problema.
El tratamiento deberá incidir, entre otros, en los siguientes puntos:
Fase educativa: en la que se trata de
explicar la diferencia entre vida “real” y “virtual” y la necesidad de que la
primera tan sólo refuerce la segunda y no se convierta en eje de la vida de la
persona. Explicar las consecuencias sociales, académicas y familiares que
podría suponer no poner fin al trastorno.
Retirada progresiva del móvil, tableta, de cara a exponerse
poco a poco a una vida “sin tecnología” con el fin de enfrentarse
progresivamente a niveles controlables de ansiedad.
Aprendizaje de técnicas de relajación y
de autoverbalizaciones
positivas como recurso para hacer frente a los momentos más críticos (ejemplo:
asistir a un concierto y no poder hacer un autorretrato)
Potenciación de la autoestima del
paciente
de cara a no depender de la opinión de los demás y depender más de su
autorrefuerzo.
Reorganización de la vida del paciente de cara a maximizar
las posibilidades de disfrute mediante otras actividades saludables diferentes
de las que hacía antes.
“La autoridad de la moda es tal, que
nos obliga a ser ridículos para no parecerlo”
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