Te suena extraño pero el verdadero Papá
Noel, (término francés), era turco, sin trineo, sin nieve y sin atuendo rojo.
Fue un
santo y obispo llamado Nicolás
de Mira que era bien generoso y daba regalos a las personas más pobres y
los niños.
La devoción a él llegó a Holanda donde se llamó Sinterklaas y los migrantes de ese país la llevaron a Estados Unidos.
Allí ese nombre derivó en Santa Claus y, por cuestiones de mercado,
hacia 1863 se convirtió en lo que hoy conocemos.
Navidad es Jesús, no Santa Claus, y ojalá en esta época navideña
imites la amorosa solidaridad de San Nicolás en el siglo IV.
Gracias
a Dios muchos ya lo hacen y no regalan cosas malas o usadas, sino buenos
regalos a los marginados o buena comida.
Amar es darte y dar tal como lo enseñó
ese Jesús cuyo nacimiento hay que celebrar con fe, júbilo y generosidad.
Sin fe
y sin amor la Navidad pasa sin dejar nada importante y muchos incluso la
“celebran” ebrios, mal en su hogar o en peleas. Vive una buena Navidad.
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