El
amor es el motor de nuestra vida. No sólo el amor de pareja, también lo es el
cariño que compartimos con familiares y amigos. No obstante, el amor
'romántico' ocupa un lugar clave en la felicidad de los seres humanos.
Nos importa dejar testigos de nuestra vida. Por eso, el
compartirla con otra persona es una de las llaves de la felicidad. La mayoría de las personas que
se consideran “muy felices” tiene pareja.
Pero
no nos basta con tener una relación para ser felices. Ésta debe ser sólida,
duradera, estimulante y basada en el respeto para que realmente sea uno de los
motores de nuestra felicidad.
La
admiración, la comunicación y poder presumir de tener algo mágico con su pareja
son aspectos en los que coinciden los más felices. Además, el humor y la
pasión puntos clave en nuestras relaciones. Esos dos ingredientes harán que disfrutemos más y, por
tanto, se incremente nuestra felicidad. Disfrutar de una vida sexual
plena también es un aspecto fundamental. Preferimos tener un compañero fijo con
el que disfrutarla, y no es sólo la cantidad de sexo lo que nos preocupa, sino
la calidad. Aquellos que
dicen ser más felices con su vida sexual, reconocen que ésta ha mejorado a lo
largo de los años.
La
vejez es un gran momento para el amor: “habrás amado mucho, pero ahora es
cuando tienes que amar más y mejor; amarlo todo: ama a tus seres queridos, a
tus amigos, a los animales, a la naturaleza.
Y es
que el amor es una poderosa fuente de felicidad. Según un estudio de los
psicólogos Edward y Carol Diener, un desengaño amoroso afectará
significativamente a nuestro estado general durante tan sólo tres meses. Seis
meses después, volveremos a estar en nuestro nivel medio de felicidad.
¿Sabías que…? La oxitocina, la 'molécula del
amor', es una hormona relacionada con los patrones sexuales y con la conducta
maternal y paternal.
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