"Juzgo que os hace especial merced en daros a
conocer y haciendo que améis vuestra abyección; porque no hay medio más eficaz
que ése para penetrar y permanecer en la amistad del Sagrado Corazón de
Jesús."
"Es
un cordial a propósito para dar la vida de la gracia a vuestra alma, y la del
puro amor a vuestro corazón y a todas las buenas acciones. En fin, la virtud
del Sagrado Corazón de Jesús abate hasta nosotros su grandeza, si nos halla
anonadados en el amor de nuestra pequeñez, y cuidará de levantaros a su unión
al paso de todo aquello que resplandece a los ojos de las criaturas. Con esto
todo está dicho".
"¡Dios mío! ¡Que tesoro tan inmenso es el amor a la
pequeñez y a nuestra propia abyección! ¡Qué no debiéramos hacer y padecer por
alcanzarlo! El alma que tanto bien posee, esta segura y nada puede faltarle,
porque el Todopoderoso en ella se complace y recrea".
"Mirad, pues, este camino humilde como el verdadero,
trazado por Él, y el más indefectible para llegar a Él. ¿Qué teméis en un
sendero tan seguro como el de las humillaciones, en donde la mejor de todas nos
viene sin repararlo siquiera? Porque la humildades de tal naturaleza, que
desaparece en el punto mismo que la echamos de ver en nosotros."
"Solo
en el total desasimiento de vos mismo y de todo lo que no es Dios hallaréis la
verdadera paz y dicha perfecta, porque no teniendo nada, lo hallaréis todo en
el sagrado Corazón de Jesús."
"Sed pobre de todo, y el Corazón de Jesús os
enriquecerá."
"Vaciaos
de todo, y Él os henchirá."
"Olvidáos de vos mismo y entregáos a Él, y Él tendrá
cuenta y cuidado de vos."
"No puedo deciros más sino que el anonadamiento de
vos mismo os elevará a la unión del Soberano Bien. Olvidándoos, lo poseeréis, y
abandonándoos a Él, Él os poseerá."
"Y
¿que mayor bien que no ser nada para el mundo ni para nosotros mismos, por ser
poseídos de Dios y poseerle a "El solo?"
"Mi divino maestro, dice, me era asiduo compañero en
los oficios que tenía que hacer a todas horas. En este tiempo recibí gracias
tan extraordinarias, sobre todo en el misterio de la Pasión, que nunca las
había sentido iguales; y esto causó en mí un tan grande amor a la Cruz, que no
puedo vivir un instante sin padecer, pero en silencio, sin consuelo ni alivio, y
morir con este Soberano de mi alma, abrumada por la cruz de toda clase de
padecimientos; esto ha durado toda mi vida, la cual por su misericordia se ha
pasado toda en este linaje de ejercicios, que son los del puro amor".
"Guardad
siempre vuestro interior en silencio, hablando poco con las criaturas y mucho
con Dios, padeciendo y trabajando por su amor".
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