El
amor y el apego son como el agua y el aceite, pero hay quienes se empeñan en
juntarlos.
El
amor es libre, sin alienación, sin dependencias ni cadenas. Por eso no hay
lugar para el miedo.
Cuando
temes perder a alguien hay posesión y necesitas del otro para ser feliz.
Cuando amas estás bien con alguien y sin
él, hay unión sin anulación y una cercanía que no asfixia.
El temor a perder desnuda el hecho de que
vemos al otro como una propiedad y lo queremos controlar.
Pero
el verdadero amante da un amor incondicional, un amor que libera, sin egoísmos
camuflados.
En este sentido tuvo razón Buda cuando vio
que había que apagar los deseos para poder amar con libertad.
¿Cómo amas tú? ¿Liberas o atas? ¿Respetas o
manipulas? Avanzas si aceptas que el arte de amar es exigente y liberador.
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