Olvídate
de lo que crees que sabes, y recuerda que Dios siempre está contigo. Deja de
lado la necesidad de experimentar sensaciones, y vive el milagro de tu
existencia como hijo de Dios.
Respira profundamente la dulce presencia de Dios, y la
tranquilidad que brinda estar a su lado. Tu vida tiene significado según el
sentido que le des.
Sacate
de la cabeza la idea de que todo es mundano y comienza a comprender lo
contrario, que todo tiene sentido y obedece a un orden establecido por Dios.
Tu responsabilidad es disfrutar y vivir de manera
creativa todo lo que Dios te ha dado y ponerlo al servicio tuyo y de los demás.
La
felicidad no es algo fugaz. Es el regalo que Dios te da
cuando das lo mejor de ti y te empeñas en alcanzar tus logros, aun en los momentos más insignificantes,
una y otra vez.
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