El hombre considerado el mayor
genio en la humanidad le escribe a su hijo pequeño acerca del aprendizaje.
En 1915, a la edad de 38 años,
Einstein vivía en Berlín, mientras su esposa Mileva y sus dos hijos, Hans
Albert Einstein y Eduard “Tete” Einstein, vivían en Viena.
El 4 de noviembre de ese año, habiendo completado las dos páginas de su
obra maestra, la teoría de la relatividad, Einstein envió a su hijo de 11 años
la siguiente carta:
Querido Albert:
Ayer recibí tu querida carta y me sentí muy feliz. Tenía miedo de que no
me volvieras escribir nunca. Me dijiste cuando estuve en Zurich, que era
incómodo para ti que yo fuera a Zurich. Por eso pensé que era mejor vernos en
otro lugar, donde nadie interfiriera con nuestra comidad. En cualquier caso deseo que cada
año pasemos un mes entero juntos, y así veas que tienes un padre al que le
interesas y que te quiere mucho. También puedes aprender muchas cosas buenas y
hermosas de mí, algo que otras personas no pueden ofrecerte con facilidad.
Lo que he logrado a través de
un trabajo arduo no debería ser para extraños sino para mis pequeños. Estos días he
completado uno de los más bellos trabajos de mi vida, cuando estés más grande, te contaré sobre él.
Me siento muy bien de que
estés disfrutando el piano. Eso y la carpintería, son en mi opinión para tu edad las mejores
actividades, creo que incluso son mejores que la escuela. Porque esas son cosas que van de
acuerdo con alguien de tu edad.
En el piano, debes tocar
principalmente lo que te agrada, aunque el profesor no te lo asigne. De esa manera
es como aprendes más,
cuando haces algo que disfrutas tanto que no te das cuenta de que pasa el
tiempo. Yo, a veces estoy
tan inmerso en mi trabajo que me olvido de comer…
Dale un beso a Tete de parte
de tu papá.
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