La soledad es esa sensación que te invade cuando
alguien se va, cuando ese tren llega vacío y todo parece perder sentido. Marco se
ha marchado, pero en
realidad sigue aquí, respirando en cada rincón de mis pensamientos. Es como si la distancia fuera solo
una ilusión, porque, aunque no esté físicamente, nuestros corazones siguen latiendo al mismo
ritmo.
Es curioso cómo la soledad puede hacerte
sentir tan cerca de alguien que ya no está. ¿Te has sentido así alguna
vez? Si alguna vez te escondes, si aprietas la almohada como yo lo hago, si las lágrimas caen en
silencio, entonces sabes
lo difícil que es estar lejos de quien amas. Es como si todo lo demás perdiera importancia.
A veces
miro esa fotografía tuya, la que tengo guardada en mi diario. Con esos ojos de muchacho
tímido, me recuerdas lo que éramos, lo que aún somos, aunque ahora estemos separados
por kilómetros y circunstancias que no elegimos. La vida sin ti se
siente vacía, como si faltara algo esencial. No es fácil seguir adelante cuando el corazón se quedó en
otro lugar.
Pero sigo
aquí, esperando. Porque no
creo que esta soledad sea el final de nuestra historia. Es imposible que
algo tan fuerte como lo nuestro se desvanezca con la distancia. Quizá ahora te encuentres
rodeado de amigos, intentando olvidar, pero en algún rincón de tu ser sabes que
esto no se termina así.
La soledad duele, pero también me recuerda lo profundo de este amor. Un silencio que grita tu nombre, una inquietud que no me deja en paz. Pero sé que esto no puede durar para siempre. Espérame, porque estoy segura de que nuestras vidas no pueden dividirse así, como si nada. La historia de los dos aún tiene mucho que contar, y la soledad no podrá cambiar eso.
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