Ante un tsunami, un sismo o
cualquier crisis aguda y devastadora, los japoneses en general asumen una
actitud positiva.
Han sido educados desde niños a actuar con resiliencia, a no angustiarse y no gastar sus energías en los lamentos y el pesimismo.
Esa educación los lleva a decir Shoganai cuando suceden cosas horribles y esa
palabra significa algo como
“así es”, “es la realidad”.
Por lo mismo no
derrochan su energía vital en quejarse o maldecir sino en aceptar esa
realidad y dedicarse a transformarla.
Con fe y estoicismo también
dicen “gaman” que puede leerse como “lo acepto y lo supero”. Todo un ejemplo de actitud positiva.
En 2011 un terrible tsunami devastó grandes áreas del país y, en poco
tiempo, todo estaba incluso mejor que antes.
En física resiliencia es la
capacidad de soportar golpes, y de ahí ese término pasó a la sicología con el
mismo significado.
Es un valor que puedes
cultivar y que aprendes desde niño si no te sobreprotegen y te dejan afrontar los problemas con ánimo y
fortaleza.
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