La señora Elena de 75 años comenta lo siguiente:
Hace unos días al salir de una reunión con unas amigas,
desesperadamente me hice una inspección corporal tipo las que te hacen en los
aeropuertos. Buscaba las llaves
de mi auto y no estaban en mis bolsillos y la búsqueda rápida no reveló nada.
De repente me di cuenta de que debí haberlas dejado en el carro, así que me
dirigí corriendo al estacionamiento, porque ya mi esposo me había regañado varias veces por dejar las llaves
en el contacto. Mi teoría es que 'ese' es el mejor lugar para no
perderlas. Y su teoría es que el coche será robado. Cuando llegué al estacionamiento comprobé que su
teoría era la correcta, el auto no estaba !!!.
Inmediatamente
llamé a la policía, les di mi localización y les tuve que confesar que
había dejado las llaves dentro del coche, y que éste había sido robado. A continuación hice la llamada
más difícil de todas: "Cariño", tartamudeé, (siempre le llamo
"cariño" en casos como éste), dejé mis llaves en el carro y ha sido
robado".
Hubo un momento de silencio. Pensé que la llamada se
había cortado, entonces volví a escuchar su voz. "Estás bromeando... vociferó, yo fui quien te llevó
a tu reunión". Ahora, era yo quien estaba en silencio y avergonzada,
y le dije: "Bueno, entonces ven por mi". Y él replicó: "Lo haré, tan pronto como pueda
convencer a este policía de que no he robado el carro !!!".
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