Los
alquimistas de la Edad Media estaban obsesionados con encontrar la piedra
filosofal, un objeto capaz de convertir cualquier metal en oro (proceso que
denominaban transmutación). Pero aquel idílico material tenía, supuestamente,
una habilidad incluso más codiciada por los predecesores de los químicos
actuales: era la fuente que otorgaría la eterna juventud.
Ahora, gracias al estudio de la genética, científicos acaban de descubrir
que el secreto para una larga vida no se esconde en la naturaleza, sino que se
halla nada más ni nada menos que dentro de los mismos cuerpos humanos.
En sus genes.
Investigadores de las universidades estadounidenses de
Connecticut, Wisconsin y Iowa, y de la británica Exeter realizaron un estudio
de largo aliento en el que analizaron a 389.166 voluntarios e indagaron sobre
la longevidad de los padres de este grupo.
Dentro de sus resultados, publicados en la revista
‘Aging’, encontraron 25
genes relacionados con una larga vida, provenientes de madres y padres por
separado. Subrayan que ocho variantes genéticas ya habían sido vinculadas a una larga vida,
y se sabía que estaban involucradas en enfermedades del corazón y demencia.
“Hemos
identificado nuevas vías que contribuyen a la supervivencia, además de
confirmar otras. Estos marcadores, que incluyen vías inflamatorias y
cardiovasculares, ofrecen objetivos modificables para reducir el riesgo de muerte prematura y mejorar la
salud”, aseguró Luke Pilling, de la Universidad de Exeter y quien
dirigió el estudio.
Según los científicos, los genes involucrados en la
senescencia (estado ‘congelado’ en el que las células entran después de haber
sido dañadas), juegan un papel clave en la longevidad. En este sentido,
dijeron, ya existen
experimentos con fármacos dirigidos a la senescencia que probaron efectividad
al prolongar la vida en animales de laboratorio.
Por otra parte, los genes relacionados con la inflamación y con la
autoinmunidad fueron prominentes, lo que abre la posibilidad de que los
tratamientos antiinflamatorios de precisión algún día puedan ser útiles para
prolongar la vida.
“Los resultados confirman que muchas variantes genéticas se combinan para
influir en la esperanza de vida de los seres humanos: no se encontró ninguna
variante genética única responsable. El estudio encontró evidencia que sugiere
que las variantes genéticas para el promedio de vida influyen en la expectativa
de vida excepcionalmente larga. Una puntuación de riesgo genético que combinó a
diez variantes principales se asoció estadísticamente con los padres que son
centenarios”, señalaron.
David Melzer, de la Universidad de Exeter, dijo: “Este
estudio abre el camino a tratamientos novedosos, pero el papel de los genes que afectan el riesgo de
enfermedad cardíaca nuevamente subraya la importancia de controlar la presión
arterial y los niveles de colesterol a lo largo de la vida”.
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