En
la vida en pareja hay muchos factores que entran a jugar, los cuales hay que
aprender a llevar.
Las
crisis hacen parte del matrimonio y pocos están libres de pasar por ellas,
especialmente durante los primeros años. Estas pueden ser a veces muy intensas
y otras, leves o pasajeras.
Aunque algunas cifras en EE.
UU. muestran que las tasas de divorcio son particularmente altas en matrimonios
de 3 a 4 años de duración, también son muchos los casos en que las dificultades
pueden solucionarse.
Teniendo en cuenta que existe una alta probabilidad de
que las crisis ocurran y no una, sino varias veces, es mejor estar preparados e
identificar cuales son aquellos aspectos que mal manejados pueden hacerle
sentir a la pareja que ha fracasado.
Para superarlos es importante saber a que tipo de crisis
se enfrenta y cuales son sus causas.
*
Hábitos y estilos de vida: cada miembro de la pareja viene de un hogar
distinto y por tanto tiene hábitos diferentes, que en muchos casos resultan ser
completamente opuestos o no eran muy evidentes y que ahora generan desagrado.
En estos casos es fundamental actuar con tolerancia, pero marcando límites que
garanticen el respeto por los derechos de los dos.
*
Familia y amigos: estos son fundamentales en la historia de vida de cada uno.
Al casarse, estas instancias entran de una u otra manera a hacer parte de la
pareja. Armonizar las tradiciones y costumbres, así como establecer relaciones
personales con familiares y amigos puede generar tensiones y desacuerdos. Es
importante que estos vínculos se construyan poco a poco en un proceso que
implica respeto y tolerancia.
* Falta de compromiso en los roles: las personas asumen
nuevos roles en cuanto al trabajo, las responsabilidades del hogar, las
actividades de ocio, entre otras. No siempre resulta fácil identificar dichos
roles claramente y, además, asumirlos. Para ello son necesarios el compromiso y la disposición
al cambio, que además son principios fundamentales para el buen funcionamiento
de una pareja.
*
Expectativas poco realistas: muchas parejas idealizan, esperan demasiado del
matrimonio y asumen que todo va a funcionar perfectamente. Por eso,
cualquier conflicto generará frustración.
* Manejo del dinero: para muchas parejas el tema del
dinero no es un inconveniente en la etapa del noviazgo, pues las cuentas se
mantienen separadas y hacen parte de la vida privada de cada uno. Al casarse las finanzas pasan a
ser compartidas y las decisiones en este respecto deben ser tomadas por los
dos. La pareja se debe poner de acuerdo en la forma de administrar el
dinero y esto no siempre resulta tan fácil.
*
Las dificultades en la vida sexual: las rutinas en el matrimonio pueden llevar
a que se pierda el romanticismo y el apasionamiento de la etapa de
novios y esto repercute en la vida sexual. Al estar todos los días bajo el
mismo techo muchas parejas dejan de compartir momentos especiales y de explorar
su sexualidad.
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