La
preocupación es una forma de miedo, y toda forma de miedo produce cansancio. La
persona que haya aprendido a no sentir miedo descubrirá que le disminuye
enormemente el cansancio de la vida cotidiana.
Cuando nos preocupamos vemos mentalmente un resultado
final negativo. Este resultado negativo nos parece muy real y con ello
generamos emociones negativas como el temor, ansiedad, desaliento.
Así que nos sentimos mal y sufrimos en el presente por
algo que no es otra cosa que un pensamiento que tenemos en la mente. Además de
sufrir, nos creamos en la mente patrones negativos que se volverán a repetir.
Aún en el caso de que el acontecimiento no ocurra nunca, la preocupación se
cobra su precio mediante el estrés excesivo.
La
preocupación es el interés que se paga por adelantado por una deuda que nunca
ha contraido y que quizás jamás contraerá.
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