Hola hijas:
Siempre
he querido escribir esto que nace de mi corazón, pero la verdad me da flojera
tomar lápiz y papel, y ahora aquí está a oportunidad.
Quiero
expresarle lo que mi corazón ha guardado por tantos años, siempre supe que
sería bendecida por con ustedes dos, desde antes que conociera a su papá ya
pensaba en ustedes, lo único que imaginaba eran miles de rostros, y al final
nacieron ustedes dos, hermosas y grandes.
Lo que más gusto me da son lo grandes personas que son,
con responsabilidad, inteligencia y un gran corazón.
Para llegar a esto tuvieron que vivir malas experiencias,
quedarse al cuidado de otras personas. Se hicieron responsables al ser
independientes desde muy pequeñas. Conté con el apoyo de muchas personas: sus
abuelitos, tías, profesores y una gran cantidad que las han apoyado en todos
los sentidos.
Ahora recordamos con gusto todas las travesuras,
ocurrencias y demás cosas que han vivido, pero lo más grandioso que me ocurrió
es haberlas sentido dentro de mi con sus movimientos raros pero hermosos.
Cuando nacieron fueron los momentos más hermosos y escuchar su voz por primera
vez; desde ese momento sentí miedo de no saber que hacer, por mi falta de
experiencia y conocimiento, pero lo superé gracias a mi mamá.
Recuerdo las divertidas que nos dábamos cuando regresaba
cansada del trabajo y trataba de hacerme la graciosa jugando a la maquinita
para llevarlas al baño, al avioncito para que comieran, y todo para hacerles
más agradable todo.
Ahora que ya son adultas, de 20 y 23 años, estoy igual o
más contenta que cuando eran niñas, porque no les gusta dependen de nadie, han
demostrado responsabilidad y siguen a delante con sus metas, han superado
muchos obstáculos, han cometido errores y los han superado. Si Dios me llamará
en estos momentos no sentiría feo dejarlas porque sé que continuaran su camino
hasta que Dios quiera.
Quisiera escribir más, pero ahora que lo pienso, mejor
voy a retomar lo que hacía antes: dejarles plasmado mi sentir en un dibujo para
cada una, amor, amor y más amor.
Gracias por permitirme ser su mamá, aunque en su
adolescencia tuvimos nuestros roces, me siento satisfecha cuando tú Nadis me
dices “a ver pequeña te ayudo con esto” o tú Susikiu “haber mumi, así se hace
esto”, me siento orgullosa de ustedes, he aprendido bastante con ustedes, sobre
todo cosas modernas y útiles.
Sé
que si Dios quiere que tengan hijo, van a ser buenas madres y tendrán la
oportunidad de formar a sus hijos como personas que necesita México, igual que
ustedes.
No importa que los jóvenes de su edad las cataloguen como
“raras” por no hacer lo que la mayoría hace, sigan por el camino que les hemos
enseñado su papá y yo, tapizado de valores; si consideran que estábamos
equivocados en algo, corríjanlo, tendrán su oportunidad.
Gracias
nuevamente, mi mayor tesoro son ustedes, que Dios las bendiga. Hasta siempre
Su mamá Yola
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